jueves, 4 de octubre de 2012

Imágenes de Grecia y Roma

October 5, 2012

Los pueblos germanos y la caída del Imperio


Los pueblos germanos (o bárbaros) son un  grupo de pueblos que conquistaron la mayor parte del oeste y del centro de Europa en el siglo V después de Cristo, contribuyendo al fin del Imperio romano de Occidente. Hacia el siglo II antes de Cristo los pueblos germanos ya habían ocupado el norte de Germania (fundamentalmente, la actual Alemania) y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.
Los pueblos germánicos (o bárbaros) venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder.
Se les conoce como bárbaros por derivación del término “bárbaro” que significa “extranjero” y además porque sus costumbres eran distintas a las de los pueblos cristianos, fe que no conocían.
Casi todo lo que se sabe sobre los pueblos germanos procede de los relatos históricos escritos por dos autores romanos: “Comentarios” (51 a.C.) de Julio César, y “Germania” (98 d.C.) de Publio Cornelio Tácito.
El primer encuentro entre los pueblos germanos y sus vecinos romanos fue en el siglo II a.C., cuando los cimbrios y los teutones invadieron la Galia, siendo derrotados en la actual Provenza. Sin embargo, para entonces la mayor parte de Germania estaba ocupada por tribus germanas, como los suevos, queruscos y otras.
Cuando los romanos a su vez intentaron conquistar la zona oriental del río Rin, a principios del siglo I d.C., el jefe querusco Arminio (Hermann) les derrotó. Hacia mitad del siglo II d.C., la presión de los germanos sobre las fronteras romanas se intensificó.
El emperador Marco Aurelio Antonino libró con éxito una guerra contra tribus como los marcomanos, los cuados y los yázigas (o yádiz). Para entonces, los ejércitos romanos habían comenzado a usar mercenarios germanos.
El contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los romanos. Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más que una molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma era caótica; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente.
Durante el siglo III, más emigraciones causaron una crisis dentro del Imperio, cuando los godos, alamanes y francos penetraron en las fronteras germanas. El movimiento se detuvo algún tiempo, en el siglo III, durante los reinados de los emperadores Diocleciano y Constantino I, el Grande, pero se reanudó cuando los hunos, no germanos, que partieron de Asia central en el siglo IV, comenzaron a presionar a los pueblos germanos. En el siglo V, estos últimos ocuparon todo el Imperio romano de Occidente. Durante los siglos siguientes, las tribus germanas se convirtieron al cristianismo y sentaron las bases de la Europa medieval.
Los pueblos germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones destruyendo los campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África. Debido a estas incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la calidad de vida en ellas. Sin embargo, estas no pasaron de ser unas incursiones de rapiña, más que invasiones, ya que no pudieron asentarse en el territorio. Más importancia tuvo la infiltración pacífica.
Otros pueblos germanos que merecen ser mencionados son los anglosajones, que se establecieron en los siglos V y VI d.C. en Britania; los vándalos, que llegaron a dominar parte del norte de África hasta mediados del siglo VI d.C.; o los lombardos, que conquistaron el territorio septentrional de la península Itálica durante la segunda mitad del mismo siglo.
Las lenguas germánicas aún se hablan en Alemania, Austria, Suiza, Escandinavia, los Países Bajos, Bélgica, Sudáfrica, y en los países de habla inglesa.

Muchos germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio, en las ciudades como siervos y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia personal del emperador, que con el tiempo estuvo en sus manos. Esto romanizó muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad al jefe.
En el año 313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio es absoluta.
Entre las causas que se han invocado para el comienzo de la invasión germánica (no suficientemente explicadas) están: el empeoramiento del clima en el norte, la explosión demográfica de los pueblos bárbaros, el nomadismo de estos, y la presión de los pueblos asiáticos, hunos sobre todo (que llegaron a invadir el Imperio). Entre las causas de su triunfo están: la superioridad militar, el establecimiento anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas romanas.
Las grandes invasiones comenzaron en el 401, con la irrupción de los vándalos. Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos, en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico saquean Roma.
Durante el siglo IV después de Cristo va a quedar autorizado el establecimiento de grupos germanos en los confines del Imperio en calidad de federados o aliados de Roma, defendiendo las fronteras del Imperio, frente a la presión de otras tribus. Entre estos pueblos destacan losvisigodos establecidos en la zona oriental del Imperio, que inician a fines del siglo IV d.C. incursiones de pillaje por la península de los Balcanes, para iniciar su marcha hacia la península italiana donde se enfrentarán al general romano Estilicón. En el año 410 los visigodos guiados por su rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma, capital del Imperio.
Otros pueblos como los vándalos, junto a los suevos, cuados y alanos cruzan en este momento la frontera del Rhin, atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se establecen como federados. Posteriormente cruzan el estrecho de Gibraltar y fundan en África el reino vándalo. Entre estos pueblos bárbaros que invadieron el Imperio, figurarían también los ostrogodos, que estaban inicialmente asentados junto al mar Negro. Después de ser destruido su reino por la acción de los hunos, que procedían de Asia, los ostrogodos se dedicaran a saquear el área de los Balcanes, para pasar finalmente a la península italiana, donde se establecerán definitivamente

En determinadas ocasiones la alianza de estos pueblos bárbaros con el ejército romano frenaría a pueblos excepcionalmente belicosos como los hunos de Atila, que fueron derrotados en el año 451 d.C. en las Galias, en la batalla de los Campos Cataláunicos.
Aunque la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del Imperio, así como las sucesivas invasiones de estos pueblos son un factor histórico importante, tampoco podemos olvidar otras causas que influyeron en el final del Imperio romano de Occidente como la decadencia de la vida urbana, el aumento de la burocracia estatal, la crisis económica, la debilidad de los sucesivos emperadores, o la creciente presencia de elementos germanos en el ejército. Si bien podemos considerar que el Imperio romano de Occidente finaliza en el 476 d.C., en la zona oriental del Imperio el poder de Bizancio perdurará hasta el año 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos.
Sin embargo, subsistieron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue el vínculo de continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos. Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que estructuraban la sociedad germánica.
A pesar de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de desmoronamiento del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una generación.
Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios, que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.
En el aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta consideración a las mujeres; no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición y las costumbres. El padre ejercía un poder absoluto sobre la familia.
Las cuestiones conflictivas eran sometidas al fallo de los jefes en los casos de menor importancia, pero cuando se trataba de asuntos de mayor interés eran considerados por la asamblea de la tribu. 
Los germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad personal. Creían en Odín o Wotan, padre de los dioses, de carácter guerrero, que vivía en el paraíso o Walhala, acompañado por dioses menores, como Freijo, esposa de Odín, señora del amor y de la muerte, y Donar, hijo de ambos, dios del trueno y la tempestad. El Walhala era un lugar de eternas delicias al que iban aquéllos que en vida habían tenido un buen comportamiento y los que morían en el curso de la guerra, conducidos por las valkirias, diosas también guerreras.
Desarrollo histórico
Cuando los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su presencia a los pueblos radicados en la zona adyacente, provocaron un desbande general de todos los pueblos situados entre los ríos Rhin y Danubio.
A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que consideraban al Estado romano como una admirable organización política, en la que pretendían obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se comprometían a defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos. Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de Europa oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanos al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron solamente la autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin quererlo, al derrumbe de la organización imperial.
Los invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y formaron diversos reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en el imperio fueron: los ostrogodos, los visigodos y los francos.
Como ya dijimos, este movimiento de pueblos fue en parte debido a la irrupción de los hunos en Europa oriental, pueblo nómada y muy poderoso que venia desplazándose desde Asia central y presionaba a los demás para subyugarse o huir. La primera gran migración se produjo en 376 cuando los visigodos solicitaron asilo en el Imperio Romano de Oriente. El emperador oriental se los concedió a condición que defendiera la frontera del Danubio.
Pero la paz no duró, estalló una hambruna y los romanos se negaron a ayudar a los visigodos, estos se rebelaron y comenzaron a saquear para obtener algo que comer. El emperador envió un ejercito para aplastar la sublevación, pero los visigodos derrotaron a los romanos en la batalla de Adrianópolis en 378, algo insólito para la época. El emperador Valente murió en la batalla y el trono del imperio unificado fue tomado por Teodosio.
Este negoció con los visigodos y los aceptó como federados al imperio, asentándose en los Balcanes. A la muerte de Teodosio en 395 el imperio se dividió entre sus hijos Arcadio en el este y Honorio en el oeste. Esta situación fue aprovechada por los visigodos que una vez más se sublevaron al mando de su rey Alarico, y conquistaron Grecia.
El emperador les dio el derecho a establecerse en Epiro con la esperanza de que la cercanía con Italia desviara la atención de los visigodos a occidente. Adicionalmente la ciudad de Constantinopla era considerada inexpugnable (los visigodos ya habían fallado en tomarla) por lo que los pueblos germánicos consideraron más factible dirigirse a occidente.
En 401 los visigodos se dirigieron a Italia y sitiaron Milán, la capital de occidente, entonces el gobierno se trasladó a Ravena, ciudad costera rodeada de pantanos más fácil de defender.
Estilicón el máximo general romano de occidente logró derrotar a los visigodos, también a los ostrogodos, pero para tener las tropas suficientes se debilitó la defensa de las galias. Esto le abrió la puerta a las incursiones de vándalos, suevos y alanos, que en 406 atravesaron el Rhin, saquearon las Galias, cruzaron los Pirineos y se establecieron en la península Ibérica.
Estilicón murió y esto alentó nuevamente a los visigodos a atacar y en 408 nuevamente entraron en Italia, en 410 luego de aislar a Roma, lograron entrar en la ciudad y saquearla, lo que provocó consternación en todo el mundo. Alarico se dirigió luego al sur de Italia en un intento por pasar a África, pero murió y lo sucedió Ataulfo quien invadió el sur de Galia y parte de la península Ibérica.
Los romanos finalmente pactaron con los pueblos germánicos, quedando estos en posesión de la península Ibérica y parte de las Galias a cambio de una tenue sumisión al emperador en carácter de federados. Hubo un periodo de paz a consecuencia de estos pactos pero a la muerte de Honorio se reanudaron las luchas este vez por la sucesión. En 439 los vándalos cruzaron al África y fundaron un reino independiente.
Desde allí crearon una flota que asoló el mediterráneo, incursionando varias veces contra Italia.
Mientras todo esto pasaba los hunos fueron apoderándose del centro de Europa, mientras absorbían a muchos de los pueblos que allí vivían integrándolos como federados. Al principio las relaciones con Roma fueron buenas, los romanos pagaban un tributo a cambio de la paz y ayuda militar para combatir a los germanos. Pero el nuevo rey de los hunos, Atila, no estaba interesado en la paz y decidió invadir.






Con objeto de proteger su flanco para una posterior invasión de Italia, primero invadió la Galia, toma varias ciudades romanas, ante esto los romanos reforzaron Orleans, con la esperanza de detener allí el ataque, pero Atila tomó la ciudad. Ante esto, Aecio, máximo general romano, debió acudir a una alianza con los visigodos y otros pueblos germánicos para poder enfrentar a los hunos. La batalla definitiva tuvo lugar en la galia, en Campos Catalaunicos, en 451, los hunos fueron derrotados, pero solo por un tiempo.
En 452 nuevamente incursionaron, pero esta vez directamente en Italia, arrasando zonas del valle del Po, Aecio no contaba con suficientes fuerzas para enfrentar a los hunos a campo abierto, por lo tanto su acción fue la de demorar sus movimientos y hostigar a los hunos, que además fueron victimas de una epidemia.
Finalmente el papa los convenció de retirarse. En 453 Atila murió y la coalición formada por él se disolvió y se desataron luchas entre los pueblos que conformaban la misma. Los hunos desaparecieron como potencia y se asimilaron a otros pueblos. En 455 los vándalos volvieron a la carga y lograron saquear Roma y otras zonas de Italia. Lo que quedaba del Imperio romano de occidente siguió desangrándose en una serie de luchas sucesorias hasta que en 476 el último emperador, Rómulo Augústulo, fue depuesto por Odoacro al mando de los Herulos federados y se proclamó rey de Italia.
El Imperio romano de Oriente sobrevivió muchos años más pero en la parte occidental se formaron numerosos reinos germánicos con los Vándalos en el norte de África, Visigodos y Suevos en la península ibérica, los Francos en el norte de la Galia (luego conquistando el sur que estaba en manos de los visigodos). El reino burgundio abarcó las zonas del sureste de la Galia, y parte de las regiones alpinas, cayendo luego ante los francos.
Italia como mencionamos quedo en manos de Odoacro pero unos años después los ostrogodos se la arrebataron con la ayuda de los bizantinos. La actual Inglaterra fue abandonada por los romanos y luego fue ocupada por tribus germánicas provenientes del norte de Alemania y Dinamarca, los anglos, los sajones y los jutos. Muchos de estos reinos germánicos adoptaron el cristianismo y mucho de la cultura romana también.
El nacimiento de la civilización europea
Los germanos o bárbaros eran grupos de tribus que se dedicaban a la caza, el pastoreo y la agricultura, esta última basada en la propiedad comunal de la tierra.
Eran aficionados a la guerra y amantes de la libertad; sabían hilar la lana y hacer telas para vestir; también usaban el algodón, el cual compraban a otros pueblos. Comían carne, frutos silvestres, leche y cerveza. Su sólida organización familiar reconocía como autoridad principal al padre.
El köening, era el rey o jefe guerrero, autoridad máxima, cargo no hereditario, sino elegido en la asamblea de guerreros, la cual ejercía funciones legislativas.
Practicaban una religión politeísta con divinidades que simbolizaban fuerzas de la naturaleza y con las que se sentían vinculados, como el sol o la luna, pero su dios más importante era Odín.
Sus prácticas religiosas no requerían de una clase sacerdotal, ni de templos; simplemente eran conducidas por el padre. Adjudicaban facultades adivinatorias a algunos hombres y mujeres que eran consultados cuando se consideraba necesario
Fueron bautizados como bárbaros por los romanos, la palabra bárbaros quiere decir extranjeros: “el que no habla latín”.

Consecuencias de la fusión de los pueblos bárbaros y romanos

Algunos pueblos bárbaros se convirtieron al cristianismo, incluso un obispo godo tradujo la Biblia al germano, para lo cual modificó el primitivo alfabeto de los bárbaros y creó uno nuevo, el gótico. 

El antiguo Derecho Romano, unido a algunas leyes bárbaras, sirvió como punto de apoyo a la legislación de los nuevos estados que se fueron conformando.
Les permitieron establecerse en algunos territorios; otras veces los tomaban por la fuerza, y así, poco a poco, el territorio del Imperio Romano de Occidente se fragmentó en pequeños reinos independientes que conservaron parte de la administración romana y posteriormente, en el transcurso de casi quince siglos, dieron origen a territorios parecidos a los países europeos actuales.
Vocablos germanos
En el siglo V d. C. llegan los vándalos a la península Ibérica, un grupo germano que se establece en Andalucía  (en efecto, Andalucía significa «tierra de los vándalos»).  Los vándalos también invadieron Hungría, Alemania y Francia. 
Otros grupos germanos que se establecieron en España fueron los alanes (Alans), suevos (Swabians, en Galicia) y los visigodos («los godos prudentes»), originalmente de Escandinavia.  Los visigodos se establecieron en Cataluña (palabra que significa «tierra de los godos») en el año 412.  Introdujeron leyes (leyes visigodas) y dieron al español unas trescientas palabras de sabor marcial como ganar (gain), ganso(goose), bandera (flag), bando, botín (booty), brida (bridle), burgo (town), dardo (dart),esgrimir (fence), espiar, espuela (spur), estribo (stirrup), guerra, guía, hacha, barón, varón (male), blanco falda, gris, guante, rico,ropa, sopa, toalla y orgullo (pride). 
Algunos nombres germanos son:
Adalberto (de noble estirpe)
Alberto (que brilla por su nobleza)
Álvaro (atento)
Armando (nombre guerrero)
Arturo (oso noble)
Bárbara (extranjera)
Bernardo (audaz como un oso)
Berta (distinguida)
Dagoberto (brillante como el día)
Dante (dios del trueno)
Edgardo (el que se defiende con la lanza)
Edith (dueña de casa)
Edmundo (protector de la riqueza)
Elvira (amable)
Enrique (dueño de fincas)
Ernesto (grave, honrado, serio)
Federico (reino de paz)
Fernando (bravo en la paz)
Francisco (libre)
Frida (paz)
Gerardo (fuerte como la lanza)
Germán (guerrero)
Gilbardo (audaz)
Gilberto (el que lleva la piel de cabra)
Godofredo (la paz del Señor)
Gonzalo (el genio de la guerra)
Guillermina (protectora)
Gustavo (bastón de mando)
Heriberto (el del ejército distinguido)
Hilda (heroína que lucha)
Hildeberto (brillo en la batalla)
Ildefonso (batallador)
Isabel (la poderosa)
Leonardo (león valeroso)
Leopoldo (valiente entre el pueblo)
Luis (variante de Ludovico, el guerrero famoso)
Matilde (la que lucha con fuerza)
Medardo (audaz en el poder)
Norberto (resplandor del norte)
Odón (enriquecido)
Óscar (lanza de Dios)
Ramiro (poderoso en la guerra)
Raymundo (protector y consejero)
Ricardo (el más fuerte)
Roberto (el que tiene fama)
Rodrigo (caudillo famoso)
Rogelio (famoso por la lanza)
Rosendo (su excelencia)
Fuentes Internet:






Cristianismo e Imperio


La propagación de la nueva religión cristiana en el seno del Imperio Romano, expansión que se vio propiciada por las carreteras que comunicaban todas las provincias del Imperio, supuso una conmoción social, política e ideológica a gran escala.
El Cristianismo no es una filosofía; el mensaje cristiano o buena nueva, que es lo que significa Evangelio, no tenía como finalidad resolver los problemas planteados por la filosofía, en torno a la verdad, al cosmos o a la felicidad humana; su finalidad era enseñar el camino de la salvación partiendo de la fe o aceptación de la verdad revelada. Sin embargo, ante los ojos de los griegos y romanos paganos, las primitivas comunidades cristianas, se parecían más a las escuelas filosóficas que buscaban la felicidad, que a lo que para ellos significaba la religión.
Los cristianos hablaban de temas filosóficos, aún siendo personas incultas, y este fenómeno produjo extrañeza en unos, principalmente en científicos y filósofos, rechazo y persecución en otros, primero los judíos y después los emperadores romanos que veían en los cristianos una amenaza a su poder político ya que se negaron a dar culto al emperador y aceptación de la nueva doctrina, llegando hasta el martirio, de aquellos que se convertían.

Las principales afirmaciones de carácter filosófico que impactaron a la filosofía grecorromana fueron:
La creación divina del mundo o universo de la nada; la nada no tenía relevancia en el pensamiento científico, y la eternidad de la materia era un supuesto básico.
La idea de providencia divina y progreso social, el tiempo es un progreso lineal, una línea recta y no un eterno retorno.
La afirmación de la libertad humana y su responsabilidad moral, social y política.
La dignidad de la persona humana como hijo de Dios, noción en parte diseñada en el cosmopolitismo de los estoicos.
El problema del mal en el mundo.
Los primeros cristianos no eran filósofos, sólo daban testimonio de su fe con el martirio, es decir dando muestras de su conversión incluso hasta la muerte, como se observa en las Actas de los mártires y en las crueles persecuciones a las que fueron sometidos.
San Pablo en su discurso en el Areópago de Atenas afirmaba: “Para aceptar a Cristo, los judíos quieren milagros, señales, los paganos filosofía, pero yo predico a Cristo y a Cristo crucificado”, y también recomendaba a los cristianos que se apartaran de las vanas filosofías, refiriéndose sobre todo a las corrientes materialistas.
 No obstante, a partir del siglo II, empiezan a convertirse al cristianismo personas cultas, que desean dar testimonio de la fe con los mismos argumentos de la filosofía, y éste es el surgimiento de la filosofía cristiana,la Apología o defensa de la fe. El cristianismo sale de las catacumbas y los discursos tienen como meta la defensa de la fe utilizando los mismos conceptos y argumentos filosóficos del platonismo, neoplatonismo y estoicismo principalmente.
Al conjunto de pensadores cristianos cuya reflexión se sitúa entre los siglos II y V, - época de San Agustín - se les denomina Padres de la Iglesia o filosofía patrística.
Se pueden dividir en dos grandes grupos:
a) Los Padres apologistas, cuya objetivo era precisamente la defensa de la fe (apología significa defensa), de los ataques de la filosofía pagana, destacan entre ellos, Arístides, San Justino, San Juan Crisóstomo (boca de oro) y Atenágoras. Dentro de los apologistas, merecen especial mención, Lactancio y Tertuliano por su postura contraria a la filosofía. La fe tiene aspectos contradictorios como el misterio de la Trinidad que deben ser aceptados sin reflexión, parece que fue suya la afirmación credo quia absurdum (creo precisamente porque es absurdo). La obra más importante de Tertuliano es el Apologético.
b) La escuela de Alejandría, ciudad foco de la cultura antigua, donde se había desarrollado el pensamiento judío con la eminente figura de Filón, y también la ciudad donde surgió con fuerza la corriente neoplatónica, y brotó la herejía cristiana de los gnósticos. En este hervidero de ciencia, mística y filosofía, nace una escuela cristiana dedicada a la catequesis, es decir a la enseñanza de las verdades cristianas a los paganos.
Los filósofos más importantes de esta escuela son San Clemente con su obra Strómata (tapices) y su discípulo Orígenes.
En ambos filósofos se encuentra la idea principal de aceptar muchas aportaciones de la filosofía antigua para explicar la fe; en general se aprovecha mucho de Platón y de los estoicos, poco de Aristóteles y es rechazado el epicureismo por su materialismo.
Orígenes tuvo muchos seguidores como: San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Basilio el grande, y el Pseudo – Dionisio, llamado así por la creencia de que se trataba del mismo Dionisio que había convertido San Pablo en su discurso en el Areópago.
La crítica posterior ha mostrado que en realidad se trata de un filósofo neoplatónico. El pensamiento de Orígenes fue muy apreciado en la filosofía escolástica medieval, especialmente en Scoto Erígena del siglo IX.
Mundo cristiano occidental
1.- El "mundo cristiano occidental" corresponde a aquella fracción del mundo que se encuentra desde Europa central (desde Polonia) hasta América, y que es regido desde las costumbres y el gobierno papal de Roma (Vaticano), a diferencia del mundo cristiano oriental cuyo centro se encuentra en Grecia y Rusia actualmente, quienes siguen las costumbres de los primeros cristiano, los dogmas antiguos.
2.- Los latinoamericanos somos herederos de la cristiandad occidental porque fuimos conquistados y educados por los españoles; es decir, por un país fuertemente católico y cristiano.
3.- Actualmente, en nuestro mundo latinoamericano, perduran algunas tradiciones como la gran influencia social de la Iglesia católica, los valores cristianos de la solidaridad, la justicia, el amor por el prójimo, la educación religiosa cristiana, etc.






Imperio Romano


Preliminares
Hoy en día resulta innegable que el pasado romano tiene un enorme valor en la identidad del mundo y particularmente en la europea. La primera unidad cultural europea fue el Imperio Romano. Roma unificó Europa como continente, hasta entonces un territorio disgregado, y le concedió unas pautas culturales comunes que todavía hoy identifican a sus pueblos. 

Según la tradición romana, la ciudad de Roma fue fundada en el año 753 antes de Cristo por los gemelos Rómulo y Remo a las orillas del Tíber. Esta pequeña ciudad floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada, durante la época previa a la República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se apoderaba de más territorios.
Ya la República, alrededor del año 270 antes de Cristo, Roma dominaba toda la península Itálica y seguía su expansión.
Este imperio que a partir del siglo I antes de Cristo sería gobernado por emperadores, creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de cuarenta países, abarcando cinco mil kilómetros, de un extremo a otro.
¿Cómo un pequeño pueblo agrícola situado a las orillas del Tíber pudo crear el imperio más poderoso de Occidente? y ¿Una vez creado, por qué se vino abajo? Esas preguntas no pueden ser contestadas sin antes observar detenidamente el carácter de esta sociedad, que contenía un gran afán por la guerra y la dominación de otros pueblos, que contrastaba en gran medida con un gran amor por la vida rural. De lo que no cabe duda es que la conquista del imperio se realizó en su mayor parte usando la fuerza y en ocasiones con la más extrema brutalidad.
La creación de una entidad política resistente, la concesión de la ciudadanía que igualaba a todos los miembros sin importar si eran griegos, hispanos o romanos, llegando a tener el cargo de emperador lo mismo un hispano que un africano, y la gran tarea de asimilación de los pueblos conquistados por Roma explican la durabilidad de este imperio, superando a lo largo de su historia revueltas y guerras civiles que hubieran llevado al declive a otros imperios.

La caída del Imperio Romano ya es un tema más complicado, ya que se debe a múltiples factores que agrupados propiciaron la decadencia y la caída definitiva del Imperio Occidental.

De lo que no cabe duda es de que Roma y su imperio han dejado una gran huella en nuestra sociedad actual, en temas que abarcan desde la arquitectura y la construcción hasta la literatura, el derecho e incluso en pequeños detalles de la vida cotidiana. (Ver, Síntesis cronológica sobre Roma o Ver Cronología)
Historia
Como veíamos, los orígenes de la ciudad de Roma se remontan al año 753 antes de Cristo, gracias a la fundación realizada por Rómulo y su gemelo. La ciudad imperial se ubica geográficamente en la región de Italia central llamada del Lacio, específicamente en el sector llamado las siete colinas,  que circundan la ciudad.
Aunque de todas maneras, a pesar de la tradición que ha llegado a nuestros días, hoy por hoy algunos afirman que Rómulo —el fundador de Roma— no existió, y que la verdadera fundación de Roma sería obra de de Tarquinio Prisco a principios del siglo VI. Los datos que se extraen de la literatura romana, aseguran su fundación a mediados del siglo VIII por Rómulo, pero, por el contrario, los datos arqueológicos no permiten hablar de un nacimiento urbano antes del 625 o incluso del 575 a.C.
Los datos arqueológicos que se presentan de la existencia de Roma ya en el siglo VIII, no pueden interpretarse de otro modo que una "Roma pre-urbana". Hoy en día se distinguen claramente dos corrientes diferenciadas. El mismo caso ocurre en el momento de fechar el principio de la República, el 509 a. C. año que la tradición fija como el principio de la República, y el 450 a.C. que, según otros datos históricos, se correspondería mejor con los cambios históricos de una nueva época en la política romana.
El Imperio Romano es considerado el más importante de la antigüedad debido a su gran extensión, el cual alcanzó territorios que van en sentido norte a sur, desde lo que es hoy Inglaterra hasta el norte de África, y desde el Océano Atlántico (España, Portugal y Francia), hasta el actual Siria en el Medio Oriente Asiático, en sentido este a oeste.
Dentro de su vida política, que se extiende por casi doce siglos desde su creación hasta su caída, ocurrida en el año 476 después de Cristo, desarrolló varias formas de administración de gobierno: Monarquía, República e Imperio. Una de ellas, La República, fue la etapa de dominación romana en donde las principales instituciones existen y cohabitan sin problemas. Es el tiempo del Senado, compuesto por los jefes de familia romana llamados “pater”.
Para administrar eficientemente el territorio, se crearon las Magistraturas, de las cuales destacan los cónsules,  encargados de la presidencia de la república; pretores, administraban justicia y las finanzas; censores, vigilaban la moral pública y realizaban los censos, y por último, los cuestores, especie de asesor de los cónsules y pretores.
La sociedad republicana estaba dividida en patricios provenientes de las familias importantes romanas, y los plebeyos, mezcla de esclavos y extranjeros, los cuales lentamente querrán adquirir derechos políticos y una activa participación en la sociedad.
Otro elemento importante era el ejército, el cual fue la principal herramienta de expansión y conquista. Obtuvo victorias importantes sobre los demás pueblos que habitaban Italia, sobre los galos, en la actual Francia, y principalmente a  los cartagineses en las llamadas Guerras Púnicas, tomando el control total del Mediterráneo.
Entre sus gobernantes importantes destacaron Pompeyo, Julio César y sobre todo Augusto, el cual elevó a Roma al nivel de Imperio. También se debe nombrar, pero por su carácter despiadado y cruel, a Nerón, quien incendió la ciudad imperial y asesinó a gran cantidad de cristianos en el circo romano culpándolos de tal acción. Se cuenta también a Calígula, Vespasiano y Diocleciano, el cual dividió el imperio en Occidente y Oriental.
Sin embargo, los emperadores Constantino y Teodosio permitirán el triunfo completo del cristianismo. El primero, mediante la dictación delEdicto de Milán, otorgó libertad religiosa a los cristianos, y el segundo transformó tal religión en la oficial del Estado romano, dejando sentir fuertemente la influencia de la Iglesia en la sociedad.
En cuanto a las demás actividades romanas se cuenta la religión, la cual es politeísta, es decir, creían en varios dioses, donde destacaronJúpiter, Juno, Minerva, Venus, Neptuno, Saturno, Vulcano, Vesta y Marte. En las letras destacaron Virgilio y su “Eneida”, el historiadorTito Livio y el poeta Horacio. El teatro se efectuaba en el Coliseo de Roma. En las leyes destacan la Ley de las XII tablas, las cuales se transformaron en la base jurídica del mundo occidental, en conjunto con el Derecho Romano.
El esplendor del Imperio Romano llegó a su fin el siglo V cuando los pueblos bárbaros llamados Germanos caen sobre las fronteras imperiales produciendo la decadencia y la finalización de su poder.






Historia de Grecia


Restos arqueológicos indican que algunos primitivos pueblos del Mediterráneo, estrechamente ligados a las culturas del norte de África, habitaron las regiones meridionales del mar Egeo hasta bien entrado el periodo neolítico, antes del 4000 a. C.
Allí también se desarrollaron algunas de las primeras comunidades agrícolas del mundo. Sin embargo, esta era una tierra poco generosa y la afectaban condiciones de sequía un año y al otro violentas y destructivas inundaciones. Para tener algún tipo de control sobre el agua se necesitan diques, canales y una organización muy compleja. Enfrentar estos desafíos significó obtener los logros más importantes en los inicios de la civilización.
Grecia Antigua
Geográficamente, Grecia se encuentra en la parte meridional de la península de los Balcanes. Situada en el Oriente del Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hélade, formada por la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las costas de la península de Anatolia, en la actual Turquía, pudo fácilmente ocupar, gracias a su situación admirable, el centro de la cultura y del comercio. Ninguna otra península europea posee una configuración geográfica tan accidentada. Sus costas sinuosas forman golfos y bahías, lo que facilita la navegación. Esta ventaja natural permitió a los griegos alcanzar un desarrollo en la navegación y el comercio.
Grecia estuvo poblada originalmente por los pelasgos, un grupo humano relacionado con las antiguas poblaciones del Asia Menor y de Creta, pertenecientes a la raza Mediterránea. Estos labraban la tierra y se les atribuyó la fundación de las más antiguas poblaciones.
Al sur de la península de los Balcanes se extiende la gran isla de Creta, y fue allí donde se da comienzo a una civilización y una cultura que inmortalizarían a la Grecia clásica. A principios del III milenio a. C., la denominada civilización del Egeo evolucionó hasta niveles muy altos.

En efecto, hacia 2700 a.C. se desarrolló en la isla de Creta una rica y floreciente cultura comercial perteneciente a la Edad del Bronce. Esta cultura recibe el nombre de minoica o cretense.
Los cretenses fueron los primeros en recorrer el Mediterráneo y llegaron a tener una flota poderosa, comerciaron con otros pueblos ubicados en tierras de los actuales países de Italia y España, produjeron vino, aceite, artículos de cerámica, etc. Que vendían al extranjero; la intensidad de su comercio le hizo adquirir la hegemonía en todo el Mediterráneo Oriental. Esta hegemonía fue marítima, por esto se llama talasocracia (gobierno de mar).
Restos del palacio de Cnosos, en Creta, residencia del rey Minos.


Este poderío marítimo se extendió desde Roda y Chipre hasta los puertos fenicios de Biblos y Gadir hacia el 2000 antes de Cristo.
Los habitantes de la isla de Creta copiaron de los fenicios su escritura lineal, imitaron de los arquitectos babilonicos la construcción de sus palacios de Cnosos, Festos, Mallia, Faistos y Hagia Triada. Estas ciudades fueron erigidas durante la ultima época de Creta también denominada el apogeo de la civilización de Creta. En esta civilización la mujer jugó un papel muy importante pues adoraban a una diosa madre, a un dios de la luz y parece que también veneraban a sus reyes.
Llegan los Aqueos
A finales del III milenio antes de Cristo comenzaron una serie de invasiones de tribus del norte que hablaban una lengua indoeuropea. Existen pruebas de que estos pueblos del norte vivieron en la cuenca del río Danubio, al sudeste de Europa. De los primeros pueblos invasores, los más destacados, los aqueos, se habían visto con toda probabilidad obligados a emigrar presionados a su vez por otros invasores. Los aqueos invadieron el sur de Grecia y se establecieron en el Peloponeso. Este pueblo llegó a dominar a los cretenses y su ciudad más importantes fue Micenas, de ahí el nombre de cultura micénica.

Según algunos especialistas, un segundo pueblo, los jonios, se asentó principalmente en Ática, la zona central del este de Grecia y en las islas Cícladas, donde asimilaron la cultura de los pueblos heládicos. Los eolios, un tercer pueblo de características poco definidas, se asentaron en principio en Tesalia.
Con la llegada de estos nuevos pueblos de origen indoeuropeo, se formó la nación griega del periodo clásico, y surgieron los nombres de helenos y griegos.
La llegada de los Dorios (1200 a 750 a. C.)
Hacia el año 1200 a. C., otro pueblo de origen griego, los dorios, que utilizaban armas de hierro, se apoderaron de Grecia derrotando a los micenios. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas.
Los dorios atacaron y destruyeron las ciudades micénicas y las armas de bronce fueron reemplazadas por las de hierro. La sociedad micénica de rígida organización fue totalmente desintegrada por los asaltos de los dorios.
La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, fue, probablemente, uno de los conflictos bélicos que tuvieron relación con esta invasión.
La guerra de Troya comenzó alrededor del 1200 antes de Cristo y probablemente fue uno de los conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los siglos XIII y XII a. C. cuando la civilización micénica estaba en su apogeo. Puede que tuviera relación con la última y más importante invasión del norte, que ocurrió en aquel tiempo e introdujo la edad del hierro en Grecia.
La guerra de Troya fue generada por los pueblos de Asia quienes cometieron actos de piratería, entonces los griegos formaron una coalición para tomar venganza.
Antecedentes de la guerra de Troya
París, hijo de Príamo rey de Troya, robó a Elena, mujer de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón, rey de Micenas. Agamenón, para vengar el ultraje hecho a su hermano, convoca a los príncipes griegos y fue elegido jefe de una flota confederada, que destruyó a Troya al cabo de diez años de sitio.
Volviendo a los dorios, no contentos con saquear las ciudades micénicas, éstos presionaron en dirección sur y conquistaron la llanura de Laconia. Desde el continente griego se embarcaron por el Mediterráneo hasta Creta y la subyugaron por completo. Y desde Creta una pequeña travesía los llevó a Rodas e islas adyacentes.
Con los dorios empezó un período de retroceso cultural que se conoce con el nombre de Edad oscura.
La Civilización Jónica
Los derrotados aqueos se convirtieron en emigrantes y muchos de ellos siguieron las rutas descubiertas en los siglos anteriores por sus antepasados, desarrollándose en Jonia la muy importante civilización jónica.
Algunos otros resistieron duramente a los dorios y, tras ser sometidos, fueron reducidos a servidumbre y denominados ilotas.
Homero fue la culminación del nuevo espíritu que floreció en Jonia: Las estatuillas de barro y de bronce comenzaron a aludir al cuerpo en movimiento: los ropajes aún aparecían estilizados, pero bajo ellos había un cuerpo. Los templos se adornaron con esculturas de madera, y a medida que los marineros y los comerciantes griegos se aventuraron más lejos, trajeron a casa joyas y adornos de oro y marfil aliado, para sí y para obsequiar a sus esposas, madres y hermanas.
Época arcaica
Después de la conquista de los dorios, la vida en toda Grecia descendió a un nivel muy primitivo, y así se mantuvo durante varios cientos de años. Sin embargo, desde el siglo VIII y hasta el siglo VI a.C., período que se conoce como época arcaica, Grecia desarrolló y culminó una gran recuperación política, económica y cultural.
Tal recuperación fue posible gracias a la organización en ciudades-estado (polis) y a la fundación de colonias en las costas de Asia Menor y del mar Negro, en Sicilia, en el sur de Italia, en el sur de Francia y en el Levante español.(Ver: La Colonización griega).
Una vez finalizadas las grandes migraciones al Egeo, los griegos desarrollaron ua orgullosa conciencia racial. Se llamaban a sí mismos helenos, nombre derivado, según Homero, de una pequeña tribu del sur de Tesalia. El término griegos, empleado por posteriores pueblos extranjeros, provenía nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña tribu helénica del Epiro con la que los romanos tuvieron contactos. Al margen de la mitología, que era la base de una compleja religión, los helenos desarrollaron una genealogía que remontaba sus orígenes a héroes con carácter semidivino.
A pesar de que los pequeños estados helénicos mantenían su autonomía, seguían un desarrollo similar en su evolución política. En el periodo pre-helénico los jefes de las tribus invasoras se proclamaron monarcas de los territorios conquistados.
Entre el 800 y el 650 a. C. estas monarquías se fueron sustituyendo por oligarquías de aristócratas, ya que las familias nobles compraban las tierras y éstas eran la base de todo su poder y riqueza. Cerca del año 650 a. C., muchas de estas oligarquías helénicas fueron sustituidas por plebeyos enriquecidos o aristócratas desafectos, llamados tiranos. La aparición de las tiranías se debió sobre todo a un factor económico.
El descontento popular surgido frente a las aristocracias se había convertido en un importante factor político a causa del aumento de la esclavitud de los campesinos sin tierras; la colonización y comercio en los siglos VIII y VII a. .C. aceleró el desarrollo de una próspera clase de comerciantes, que supieron aprovecharse del gran descontento para reclamar el reparto del poder con los aristócratas de las ciudades-estado.
Las ciudades-estado
Las ciudades-estados surgieron de la fusión entre la población indígena y los invasores y abarcaban pequeñas comarcas con una ciudad como centro, la Polis. En general, todos ellas pasaron por etapas parecidas en cuanto a la evolución de su forma de gobierno. Al comienzo de esta época eran monarquías, a las que sucedió un gobierno aristocrático que en buen parte de ellos derivó hacia la democracia.
Grecia estaba formada incialmente por una serie de ciudades estado independientes, gobernadas por oligarquías aristocráticas, el aislamiento geográfico impuesto por el territorio que ocupaban y la necesidad de agruparse para defenderse de las invasiones explicaba la formación por los griegos de estas ciudades estado. Aunque eran independientes, a menudo se unían en una liga dentro de la cual la más importante acababa por imponerse.
Las dos polis más importantes fueron Atenas y Esparta. Esparta cuidó por encima de todo su poderío militar descuidando el arte y las actividades económicas, redujeron a los vencidos a la esclavitud (ilotas). La población se componía de Dorios, Periecos e Ilotas; los primeros conservaron supremacía mediante las armas. (Ver: La ciudad-estado griega)
Esparta contó con dos reyes de poder ilimitado y veintiocho ancianos guiados por cinco Eforos, que formaban el senado, el cual monopolizaba todo el poder volviéndose verdaderos amos del estado.
La guerra era el único móvil de la educación, Esparta quiso imponer su fuerza desde un principio, Mesenia le resistió heroicamente, pero fue vencida, después organizó una liga en Peloponeso, de la cual fue jefe.
Los ciudadanos espartanos gozaban de enormes privilegios sobre los indígenas sometidos (ilotas y periecos). Estaban gobernados por reyes de familias diferentes, que se transmitían el cargo por herencia, la monarquía se mantuvo en Esparta hasta la total decadencia de la polis.
Atenas la capital del Atica careciendo de militarismo se convirtió en el motor del mundo Griego. Desarrolló el modelo más perfeccionado democracia limitada y puso las bases de la sociedad Occidental. Sus habitantes proclamaron la independencia, la libertad y la igualdad.
El gobierno comprendió: los Arcontes, el Areópago y el consejo de los cuatrocientos, dividió el pueblo en cuatro clases según su fortuna. Las leyes de Solón suavizaron las costumbres y aseguraron la libertad.
En los primeros siglos del primer milenio, Atenas tuvo un papel secundario con una economía basada en la agricultura y el pastoreo. A partir del siglo VI el desarrollo del comercio hizo posible su futura importancia. Cuando Atenas inició su decadencia, Esparta no pudo sustituirla.
Junto a estas dos grandes ciudades destacaron también Samos, Mileto, Delos, Argos Epiduro, Corinto, Egina, Calcis, Eritrea yTebas.
El gobierno de los mejores
Los reyes perdieron el poder a favor de la aristocracia que eran los más capacitados para dirigir, poseían tierras y podían adquirir las armas imprescindibles para defender la ciudad. Los que ostentaban el poder se llamaban Arcontes; al principio el cargo era vitalicio, hasta que en el siglo VIII a. C. su gobierno se limitó a una década. Antiguos Arcontes de conducta irreprochable formaban elAreópago, un tribunal que juzgaba causas civiles y militares; las otras dos instituciones eran la Bulé, de carácter legislativo formada por 400 ciudadanos elegidos anualmente, y la ecclesia constituida por todos los ciudadanos y que votaba las leyes presentadas por la Bulé.
A finales del siglo sexto se promulgó la primera legislación de la ciudad de Atenas, el código de Dracón. Solón realizó una serie de reformas que podían considerarse como un intento de organizar una democracia, suprimió la esclavitud por deudas y terminó la lucha entre los grandes propietarios y la burguesía. Estas reformas no fueron duraderas.
Atenas, al igual que otras muchas ciudades griegas, vivió bajo el gobierno de un tirano que por el empuje de las clases populares facilitó su ascensión al gobierno; paradójicamente éstos abrieron el paso hacia la democracia, el tirano más importante fue Pisístrato (560-527 a. C.) quien hizo posible el poderío posterior de esta Democracia ateniense
La reforma de Clistenes (510) fue un paso decisivo para la democratización, distribuyó los demos del Atica en diez tribus eliminando la división anterior entre el campo, la costa y la montaña; creo el consejo de los 500 que proponían las leyes y era la suprema autoridad administrativa, la democracia griega llego a su máxima expresión con Pericles (443-430)
Pero la democracia griega era restringida. De los 400.000 habitantes que tenia Atenas en el siglo V a. C. solo la décima parte gozaba de los derechos civiles y políticos, los organismos de la democracia ateniense era la ecclesia y el Bulé, Pericles logró que las decisiones políticas y las concesiones de derechos pasaran por estas instituciones y por el tribunal popular de los heliastas. Por primera vez los miembros de estos dos tribunales cobraron dietas, que eran pagadas con los tributos federales; la evolución democrática concluyó con la admisión de los miembros de la tercera clase, los zeugitas entre los Arcontes. La responsabilidad política había pasado de la aristocracia a los ciudadanos.
Las tiranías
La era de los tiranos griegos (650-500 a. C.) destaca por los avances logrados en la civilización helénica. El título de tirano implicaba el acceso ilegal al poder, no el abuso del mismo. En general, tiranos como Periandro de Corinto, Gelón de Siracusa y Polícrates de Samos (reinó entre 535 a. C.-522 a. C.) fueron gobernantes sabios y populares.
El comercio y la artesanía prosperaron. Con el nacimiento de la fuerza política y económica llegó el florecimiento de la cultura helénica, de un modo especial en Jonia, donde empezaba a surgir la filosofía griega con Tales de Mileto, Anaximandro yAnaxímenes.
El desarrollo de objetivos culturales comunes a todas las ciudades helénicas fue uno de los factores que dieron cierta cohesión a la antigua Grecia a pesar de la división política existente. En este sentido contribuyó la lengua griega, cuyos muchos dialectos se entendían en cualquier parte del país o en cualquier colonia.
El tercer aspecto a tener en cuenta fue la religión griega, que todos los helenos compartían: el santuario de Delfos fue el mayor y más respetado. En torno a la religión, los griegos también tenían cuatro festivales nacionales, llamados juegos (los olímpicos, los ístmicos, los pitios y nemeos).
Los Juegos Olímpicos eran tan importantes que muchos griegos remontan sus cálculos históricos a la Primera Olimpiada (el periodo de cuatro años entre la celebración de los Juegos Olímpicos) celebrada en el año 776 a. C. Relacionada con la religión, en origen al menos, estaba la Liga de Anfictionía, organización de tribus helenas que se creó para la protección y administración de los santuarios.
De la monarquía a la democracia
Las ciudades-estado se unificaron en cierta medida. Entre los siglos VIII y VI a. C., Atenas y Esparta se habían convertido en las dos ciudades hegemónicas de Grecia. Cada uno de estos grandes estados absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación dirigida bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su poder a base de conquistas y gobernó sus estados súbditos con un control muy estricto.
La unificación del Ática, por el contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de Atenas; se otorgó la ciudadanía ateniense a los habitantes de las pequeñas ciudades. Los nobles, o eupátridas, abolieron en el 638 a. C. la monarquía hereditaria y gobernaron Atenas hasta mediados del siglo VI a. C.
Los eupátridas retuvieron autoridad plena gracias a su poder supremo para disponer de la justicia, a menudo de forma arbitraria. En el 621 a. C. el político Dracón (finales del siglo VII a. C.) codificó la ley ateniense, por la que el poder judicial de los nobles quedaba limitado. Un segundo revés para el poder hereditario de los eupátridas fue el código del político y legislador ateniense Solón de 594 a. C., que no era sino una reforma del código draconiano y que otorgaba la ciudadanía a las clases bajas. Durante el brillante y prudente mando del tirano Pisístrato, las formas de gobierno empezaron a adoptar elementos democráticos.
Hipias e Hiparco, hijos de Pisístrato, heredaron el poder de su padre pero fueron más déspotas. Hipias, que murió después que su hermano, fue expulsado por una insurrección popular en el 510 a. C. Durante el consiguiente conflicto político, los partidarios de la democracia obtuvieron, bajo el mando del político Clístenes de Sición, la victoria total y, alrededor del 502 a. C., comenzaba una nueva etapa política, basada en principios democráticos.
El comienzo del gobierno democrático supuso el más brillante periodo de la historia de Atenas. Florecieron el comercio y la agricultura. Más aún, el centro de las artes y la cultura intelectual, que entonces estaba en las ciudades de la costa de Asia Menor, pronto se trasladó a Atenas.
Las Guerras Médicas
Creso, rey de Lidia, conquistó las colonias griegas de Asia Menor en el 560 a. C., en la primera parte de su reinado (560 a. C.- 546 a. C.). Creso fue un gobernador moderado, respetuoso con los helenos y aliado de Esparta; el gobierno lidio estimuló la vida económica, política e intelectual de las colonias. En el 546 a. C., Creso fue expulsado del trono por Ciro II el Grande, rey de Persia. A excepción de la isla de Samos, que se defendió con tenacidad, las ciudades griegas de Asia y las islas costeras pasaron a formar parte del Imperio persa.
En el 499 a. C., Jonia, ayudada por Atenas y Eretria, se volvió contra Persia. Los rebeldes tuvieron éxito, en principio, y el rey Darío I el Grande, de Persia, juró vengarse. Sofocó la revuelta en el 493 a. C. y, tras saquear Mileto, restableció su control absoluto sobre Jonia. Un año después, Mardonio, yerno del rey, condujo una gran flota persa para conquistar Grecia, pero casi todas sus naves fueron hundidas en el cabo de Athos. Al mismo tiempo, Darío envió emisarios a Grecia para pedir muestras de sumisión a todas las ciudades-estado.
Aunque la mayoría de los pequeños reinos consintieron, Esparta y Atenas se negaron y mataron a los emisarios persas en señal de desafío. Darío, encolerizado por tal ofensa, así como por la pérdida de su flota, preparó una segunda expedición que partió en el 490 a. C. Después de destruir Eretria, el ejército persa avanzó hacia la llanura de Maratón, cerca de Atenas.
Los dirigentes atenienses pidieron ayuda a Esparta, pero el mensaje llegó durante la celebración de un festival religioso que prohibía a los espartanos abandonar la ciudad. Sin embargo, el ejército ateniense, bajo el mando de Milcíades el Joven, obtuvo una increíble victoria sobre una fuerza persa tres veces mayor que la suya.
Inmediatamente Darío dispuso una tercera expedición; su hijo, Jerjes I, quien le sucedió en el 486 a. C., reunió uno de los mayores ejércitos de toda la época antigua. En el 481 a. C., los persas cruzaron sobre un puente de naves el estrecho del Helesponto en en dirección al sur. La primera batalla tuvo lugar en el paso de lasTermópilas, en el 480 a. C., donde el rey espartano Leónidas I y varios miles de soldados defendieron heroicamente el estrecho paso. Un traidor griego condujo a los persas a otro paso que permitía a los invasores acceder al primero por la retaguardia espartana.
Leónidas permitió a la mayoría de sus hombres retirarse, pero él y una fuerza de 300 espartanos y 700 téspidas resistieron hasta el final y fueron aniquilados. Los persas marcharon entonces sobre Atenas e incendiaron la ciudad abandonada. Mientras, la flota persa persiguió a la griega hasta Salamina, isla situada en el golfo de Egina (hoy, golfo Sarónico), cerca de Atenas.
En la contienda naval que siguió, menos de 400 barcos griegos, al mando del político y general ateniense Temístocles, derrotaron a 1.200 embarcaciones persas. Jerjes I, que había presenciado la batalla desde su trono de oro en una colina sobre el puerto de Salamina, huyó a Asia. Al año siguiente, 479 a. C., el resto de las fuerzas persas fueron destruidas en Platea y los invasores fueron expulsados definitivamente.
Hegemonía de Atenas
Como resultado de su brillante liderazgo durante las guerras médicas, Atenas se convirtió en el estado más influyente de Grecia. Más aún, las guerras demostraron la creciente importancia de su poder naval, especialmente tras la batalla de Salamina. Esparta, hasta entonces el mayor poder militar de Grecia, perdió su prestigio en favor de la flota ateniense. En el 478 a. C., un gran número de estados griegos formaron una alianza voluntaria, la Liga de Delos, para expulsar a los persas de las ciudades griegas de Asia Menor.
Atenas encabezó la alianza. Las victorias de la Liga, al mando del general Cimón, liberaron las costas de Asia Menor del dominio persa. No obstante, Atenas extendió su poder sobre otros miembros de la Liga de tal manera que, más que en sus aliados, se convirtieron en sus súbditos. Los atenienses exigieron un tributo a sus antiguos confederados y cuando Naxos intentó retirarse de la Liga, las fuerzas atenienses arrasaron la ciudad.
El periodo de hegemonía ateniense durante el siglo V a. C. es denominado como la ‘Edad de Oro de Atenas’. Bajo el mando de Pericles, la ciudad alcanzó su máximo esplendor. La Constitución, reformada hacia una democracia interna, contenía cláusulas tales como el pago por los servicios del jurado, lo que permitía a los ciudadanos más pobres ser parte de tal institución. Pericles se propuso hacer de Atenas la ciudad más bella del mundo.
Se construyeron el Partenón, el Erecteion y otros grandes edificios. El teatro griego alcanzó su máxima expresión con las obras trágicas de hombres como Esquilo, Sófocles y Eurípides, y el autor de comedias Aristófanes. Tucídides y Heródoto fueron famosos historiadores, y el filósofo Sócrates fue otra figura de la Atenas de Pericles quien hizo de la ciudad un centro artístico y cultural sin rival.
Ver: PSU: Historia y Ciencias Sociales; Pregunta 56
La edad de oro de Grecia
Grecia, pese a sus continuas guerras, fue la cuna de una extraordinaria cultura. Los escultores griegos Fidias y Praxiteles nunca fueron superados. El que sube a la Acrópolis, ciudad alta, descubre la armonía perfecta de las líneas puras en la esbeltez de las columnas que, a pesar de estar semiderruidas, aun ofrecen un espectáculo de maravilla
Las letras y las artes brillaron durante el siglo de Pericles, Esquilo primer gran poeta dramático de Atenas, dio a conocer sus ultimas producciones en el preciso instante en que Pericles empezaba a imponerce; se destacaron también Sófocles, Aristófanes, Herodoto (padre de la historia).
Hipócritas fundó la ciencia medica basada en principios que aun hoy permanecen en vigor.
Guerra del Peloponeso
A pesar de la excelente situación interna de la ciudad, la política exterior de Atenas no era buena. Surgieron fricciones entre los descontentos miembros de la Liga de Delos, supervisada por Atenas; Esparta además envidiaba tal esplendor. Desde el 550 a. C. se había fundado otra liga entre las ciudades del Peloponeso dominada por Esparta. Esta Liga del Peloponeso empezó a oponerse a Atenas activamente. En el 431 a. C., se produjo el enfrentamiento entre Atenas y Esparta con motivo de la ayuda ateniense a Corcyra (hoy Corfú) durante la disputa que ésta mantenía con Corinto, aliado de Esparta.
La Guerra del Peloponeso, sostenida entre las dos grandes confederaciones, duró hasta el 404 a. C. y concluyó con el establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Al final de la guerra, Esparta promovió la oligarquía llamada de los Treinta Tiranos para gobernar Atenas. Se crearon similares cuerpos regentes en las ciudades e islas de Asia Menor.
Pronto el dominio espartano se mostró más duro y opresivo que el de Atenas. En el 403 a. C., los atenienses, bajo Trasíbulo, se sublevaron y expulsaron a la guarnición espartana que había apoyado a los oligarcas, y restauraron la democracia y la independencia. Otras ciudades griegas también se rebelaron contra la hegemonía espartana.
Predominio de Esparta y Tebas
Esparta: logrado el triunfo, Lisandro apareció como todo poderoso y estableció por doquier gobiernos aristocráticos iguales a los de Esparta. Entregó el poder en Atenas a los treinta tiranos. Los proyectos revolucionarios internos causaron la ruina de Lisandro que fue destituido por los Éforos y luego los treinta tiranos no tardaron en volverse odiosos por sus crueldades y proscripciones. Trasíbulo desterrado ateniense recuperó la ciudad y restableció la democracia.
Tebas: Esparta no disfrutó mucho de su predominio; Tebas, ciudad que hasta entonces desempeñaba un papel secundario en Grecia, se levantó contra Esparta.
Dos hombres de talento, Pelópidas y Epaminondas, se encargaron de esta lucha desigual y le dieron a su patria un momento de inmortal grandeza. En el año 371 Esparta fue vencida en Leuctra y mientras Pelópidas invadía tres veces consecutivas el Peloponeso, Epaminondas hacia sentir su potencia en Tesalia y Macedonia.
Pelópidas fue muerto el 364 y Epaminondas, que había invadido por cuarta ves el Peloponeso logrando otra resonante victoria en Mantinea, encontró también la muerte en el escenario del triunfo. Con la desaparición de estos ilustres jefes, Tebas perdió su grandeza. Luego sobrevino una especie de acuerdo entre Esparta, Tebas y Atenas que les permitió disfrutar de la paz.
Nuevas alianzas
Los estados griegos empezaron a buscar por separado la ayuda de su tradicional enemigo, Persia. En el 399 a. C., los ejércitos persas saquearon la costa de Asia Menor, provocando que Esparta enviara un ejército. Aunque éste tuvo cierto éxito, se vio obligado a regresar en el 395 a. C. para hacer frente a la coalición de Argos, Atenas, Corinto y Tebas.
El conflicto que siguió, las Guerras Corintias, continuó por medio de pequeñas contiendas y escaramuzas hasta el 387 a. C., cuando Esparta, aliada de Persia, impuso la Paz de Antálcidas sobre sus discrepantes estados súbditos. Según las condiciones del asentamiento persa-lacedemonio, se cedía toda la costa oeste de Asia Menor a Persia y se otorgaba la autonomía a las ciudades-estado de Grecia. A pesar del acuerdo, Esparta invadió Tebas en el 382 a. C. y tomó la ciudad de Olinto, al norte.
Supremacía de Macedonia
Durante este periodo de luchas por la hegemonía en Grecia, Macedonia, al norte de Tesalia, comenzaba su política de expansión. Filipo II, rey de Macedonia en el 359 a. C., gran admirador de la civilización griega, estaba consciente de su gran debilidad y la falta de unidad política macedonia.
Inmediatamente después de subir al trono, Filipo anexionó las colonias del sur de Grecia, en la costa de Macedonia y Tracia, y se propuso convertirse en el dueño de la península. Su astucia en las artes políticas y el apoyo de las fuerzas macedonias contribuyeron al logro de sus ambiciones, a pesar de la oposición de muchos políticos griegos, liderados por el ateniense Demóstenes.
En el 338 a. C. Filipo derrota al ejército griego en Queronea era lo suficientemente poderoso como para convocar un congreso de todos los estados griegos, en el que reconocieron la superioridad de Macedonia en la península y nombraron a Filipo comandante en jefe de las fuerzas griegas. Un año después, un segundo congreso declaraba la guerra a Persia, su enemigo tradicional. Filipo empezó a preparar la campaña en Asia, pero fue asesinado en el 336 a. C. Su hijo, Alejandro III, el Magno, de veinte años, se convirtió en su sucesor.
Alejandro III, el Magno (356-323 a. C.), rey de Macedonia (336-323 a. C.), conquistador del Imperio persa, y uno de los líderes militares más importantes del mundo antiguo.
Su nacimiento coincidió con extraños sucesos. Ese día mientras Eróstrato, un loco, incendiaba uno de los más celebres santuarios, una de las maravillas del mundo, el templo de Diana en Efeso, Filipo II recibía la noticia de tres victorias en los juegos olímpicos.
El legado de Alejandro
Alejandro fue uno de los mayores conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la velocidad con la que cruzó grandes extensiones de terreno. Aunque fue valiente y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo requería, aunque cometió algunos actos de los que luego se arrepintió, caso del asesinato de su amigo Clito en un momento de embriaguez.
Como político y dirigente tuvo planes grandiosos; según muchos historiadores abrigó el proyecto de unificar Oriente y Occidente en un imperio mundial, una nueva e ilustrada hermandad mundial de todos los hombres. Hizo que unos 30.000 jóvenes persas fueran educados en el habla griega y en tácticas militares macedónicas y les alistó en su Ejército. Él mismo adoptó costumbres persas y se casó con mujeres orientales: con Estatira (o Stateira; que murió hacia el 323 a. C.), la hija mayor de Darío III, y con Roxana (que murió hacia el 311 a. C.), hija del sátrapa de Bactriana Oxiartes; además animó y sobornó a sus oficiales para que tomaran esposas persas. Poco después murió.
Alejandro ordenó que las ciudades griegas le adoraran como a un dios. Aunque probablemente dio la orden por razones políticas, según su propia opinión y la de sus contemporáneos, se le consideraba de origen divino. Tras su muerte, la orden fue en gran parte anulada.
Para unificar sus conquistas, Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se llamaron Alejandría en honor a su persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien pavimentadas y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero sujetas a los edictos del rey.
Los veteranos griegos de su Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos se instalaron en ellas y se introdujo la cultura y la lengua griega. Así, Alejandro extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la posterior expansión de Roma.
Periodo helenístico
Cuando Alejandro murió, los generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio. Los desacuerdos surgidos por esta división provocaron una serie de guerras entre los años 322 a. C. y 275 a. C., muchas de las cuales tuvieron lugar en Grecia. Por ello, una de las características de este periodo que abarca desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de Grecia en provincia romana en el 146 a. C., fue el deterioro como entidades políticas de las ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la independencia política en conjunto.
No obstante, el periodo helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como fuente de cultura y, como resultado de las conquistas de Alejandro, se adoptó su estilo de vida en todo el mundo antiguo.
Los diádocos
De los reinos establecidos por los generales de Alejandro, llamados ‘diádocos’ (en griego, diadochos, ‘sucesor’), los más importantes eran los de Siria, bajo la dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica. La capital del Egipto tolemaico, Alejandría, fundada por Alejandro en el 332 a. C., se convirtió en foco de rivalidades culturales, a veces superando la importancia de Atenas en ese campo.
Cada rincón del mundo heleno se dedicó al cultivo de las artes y las actividades intelectuales. Algunos sabios, como los matemáticos Euclides y Arquímedes, los filósofos Epicuro y Zenón de Citio y los poetas Apolonio de Rodas Teócrito, pertenecen a esta época.
En el 290 a. C., las ciudades-estado de Grecia central se unieron en la Liga Etolia, una poderosa confederación militar que había sido inicialmente organizada bajo el reinado de Filipo II por las ciudades de Etolia para su mutua protección. Una segunda organización de similares características, la Liga Aquea, se convirtió en el 280 a. C. en la confederación suprema de las ciudades al norte del Peloponeso.
Más tarde se unieron otras ciudades. Sendas alianzas estaban destinadas a proteger al resto de los estados griegos del dominio del reino de Macedonia. La Liga Aquea se hizo mucho más poderosa que su rival e intentó conseguir el control de toda Grecia. Encabezada por el general y político Arato de Sición, inició un conflicto con Esparta que no se había aliado con ninguna de las dos. La Liga fue inicialmente vencida, pero, contradiciendo su primera intención, pidió ayuda militar a Macedonia; la Liga consiguió vencer entonces a Esparta, pero a costa de caer bajo el dominio de Macedonia.
Dominación romana
En el 215 a. C. Roma empezó a interferir en los asuntos de Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con Cartago contra Roma, pero los romanos, con el apoyo de la Liga Etolia, vencieron a las fuerzas macedonias en el 206 a. C., y consiguieron importantes posiciones en Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó nuevamente a Filipo V en el 197 a. C. en la batalla de Cinoscéfalos, y Macedonia, totalmente sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo cambiaron un dominador por otro.
En un último intento desesperado por liberarse, los miembros de la Liga Aquea resistieron a las demandas de Roma en el 149 a. C. Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de Corinto a manos de las legiones romanas en el 146 a. C. Las Ligas Etolia y Aquea fueron disueltas y Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que creó la provincia romana de Macedonia, cuyo procónsul extendía su autoridad al resto de Grecia. Sólo Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación, convirtiéndose en ciudades federadas.
Grecia romana
Durante los sesenta años posteriores al 146 a. C., Roma administró Grecia. En el 88 a. C., cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, empezó su campaña para conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que muchas ciudades griegas apoyaban a un monarca asiático que les había prometido ayudarles a recuperar su independencia.
Las legiones romanas, bajo el mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la rebelión saqueando Atenas, en el 86 a. C., y Tebas un año después. Roma castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco intelectual y de la filosofía, pero su comercio prácticamente desapareció. En el 22 a. C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de Macedonia e hizo de la primera la provincia de Aquea.