Los
pueblos germanos (o bárbaros) son un grupo de pueblos que conquistaron la
mayor parte del oeste y del centro de Europa en el siglo V después de Cristo,
contribuyendo al fin del Imperio romano de Occidente. Hacia el siglo II antes
de Cristo los pueblos
germanos ya habían ocupado el norte de Germania (fundamentalmente, la actual
Alemania) y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.
Los
pueblos germánicos (o bárbaros) venían acosando las fronteras del Imperio
romano desde el siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad
estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un
miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal
al jefe, y esta era la base de su poder.
Se les
conoce como bárbaros por derivación del término “bárbaro” que significa
“extranjero” y además porque sus costumbres eran distintas a las de los pueblos
cristianos, fe que no conocían.
Casi todo
lo que se sabe sobre los pueblos germanos procede de los relatos históricos
escritos por dos autores romanos: “Comentarios” (51 a.C.) de Julio César, y
“Germania” (98 d.C.) de Publio Cornelio Tácito.
El primer
encuentro entre los pueblos germanos y sus vecinos romanos fue en el siglo II
a.C., cuando los cimbrios y los teutones invadieron la Galia, siendo derrotados
en la actual Provenza. Sin embargo, para entonces la mayor parte de Germania
estaba ocupada por tribus germanas, como los suevos, queruscos y otras.
Cuando
los romanos a su vez intentaron conquistar la zona oriental del río Rin, a
principios del siglo I d.C., el jefe querusco Arminio (Hermann) les derrotó.
Hacia mitad del siglo II d.C., la presión de los germanos sobre las fronteras
romanas se intensificó.
El
emperador Marco Aurelio Antonino libró con éxito una guerra contra tribus como
los marcomanos, los cuados y los yázigas (o yádiz). Para entonces, los
ejércitos romanos habían comenzado a usar mercenarios germanos.
El
contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a
civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los
romanos. Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más
que una molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma
era caótica; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente.
Durante
el siglo III, más emigraciones causaron una crisis dentro del Imperio, cuando
los godos, alamanes y francos penetraron en las fronteras germanas. El movimiento
se detuvo algún tiempo, en el siglo III, durante los reinados de los
emperadores Diocleciano y Constantino I, el Grande, pero se reanudó cuando los
hunos, no germanos, que partieron de Asia central en el siglo IV, comenzaron a
presionar a los pueblos germanos. En el siglo V, estos últimos ocuparon todo el
Imperio romano de Occidente. Durante los siglos siguientes, las tribus germanas
se convirtieron al cristianismo y sentaron las bases de la Europa medieval.
Los pueblos
germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones destruyendo los
campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África. Debido a estas
incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la
calidad de vida en ellas. Sin embargo, estas no pasaron de ser unas incursiones
de rapiña, más que invasiones, ya que no pudieron asentarse en el territorio.
Más importancia tuvo la infiltración pacífica.
Otros
pueblos germanos que merecen ser mencionados son los anglosajones,
que se establecieron en los siglos V y VI d.C. en Britania; los vándalos, que
llegaron a dominar parte del norte de África hasta mediados del siglo VI d.C.;
o los lombardos, que conquistaron el territorio septentrional de la península
Itálica durante la segunda mitad del mismo siglo.
Las
lenguas germánicas aún se hablan en Alemania, Austria, Suiza, Escandinavia, los
Países Bajos, Bélgica, Sudáfrica, y en los países de habla inglesa.
Muchos
germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio, en las
ciudades como siervos y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia
personal del emperador, que con el tiempo estuvo en sus manos. Esto romanizó
muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín
como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos
se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad al jefe.
En el año
313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los
pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva
capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio es absoluta.
Entre las
causas que se han invocado para el comienzo de la invasión germánica (no
suficientemente explicadas) están: el empeoramiento del clima en el norte, la
explosión demográfica de los pueblos bárbaros, el nomadismo de estos, y la
presión de los pueblos asiáticos, hunos sobre todo (que llegaron a invadir el
Imperio). Entre las causas de su triunfo están: la superioridad militar, el establecimiento
anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas
romanas.
Las
grandes invasiones comenzaron en el 401, con la irrupción de los vándalos.
Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos,
en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico saquean Roma.
Durante
el siglo IV después de Cristo va a quedar autorizado el establecimiento de
grupos germanos en los confines del Imperio en calidad de federados o aliados
de Roma, defendiendo las fronteras del Imperio, frente a la presión de otras
tribus. Entre estos pueblos destacan losvisigodos establecidos en la zona oriental del
Imperio, que inician a fines del siglo IV d.C. incursiones de pillaje por la
península de los Balcanes, para iniciar su marcha hacia la península italiana
donde se enfrentarán al general romano Estilicón. En el año 410 los visigodos guiados
por su rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma, capital del Imperio.
Otros
pueblos como los vándalos,
junto a los suevos, cuados y alanos cruzan en este momento la frontera del
Rhin, atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se
establecen como federados. Posteriormente cruzan el estrecho de Gibraltar y
fundan en África el reino vándalo. Entre estos pueblos bárbaros que invadieron
el Imperio, figurarían también los ostrogodos,
que estaban inicialmente asentados junto al mar Negro. Después de ser destruido
su reino por la acción de los hunos, que procedían de Asia, los ostrogodos se
dedicaran a saquear el área de los Balcanes, para pasar finalmente a la
península italiana, donde se establecerán definitivamente
En
determinadas ocasiones la alianza de estos pueblos bárbaros con el ejército
romano frenaría a pueblos excepcionalmente belicosos como los hunos de Atila, que fueron derrotados en
el año 451 d.C. en las Galias, en la batalla de los Campos Cataláunicos.
Aunque la
presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del Imperio, así como las
sucesivas invasiones de estos pueblos son un factor histórico importante,
tampoco podemos olvidar otras causas que influyeron en el final del Imperio romano de
Occidente como la decadencia
de la vida urbana, el aumento de la burocracia estatal, la crisis económica, la
debilidad de los sucesivos emperadores, o la creciente presencia de elementos
germanos en el ejército. Si bien podemos considerar que el Imperio romano de
Occidente finaliza en el 476 d.C., en la
zona oriental del Imperio el poder de Bizancio perdurará hasta el año 1453 con
la toma de Constantinopla por los turcos.
Sin
embargo, subsistieron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue
el vínculo de continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos.
Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que
estructuraban la sociedad germánica.
A pesar
de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de
desmoronamiento del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una
generación.
Los
germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos
rubios, que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían
agrupados en ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo
aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades
principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los
guerreros más valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron
en las legiones romanas.
En el
aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta
consideración a las mujeres; no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición
y las costumbres. El padre ejercía un poder absoluto sobre la familia.
Las
cuestiones conflictivas eran sometidas al fallo de los jefes en los casos de
menor importancia, pero cuando se trataba de asuntos de mayor interés eran
considerados por la asamblea de la tribu.
Los
germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad
personal. Creían en Odín o Wotan, padre de los dioses, de carácter guerrero,
que vivía en el paraíso o Walhala, acompañado por dioses menores, como Freijo,
esposa de Odín, señora del amor y de la muerte, y Donar, hijo de ambos, dios
del trueno y la tempestad. El Walhala era un lugar de eternas delicias al que
iban aquéllos que en vida habían tenido un buen comportamiento y los que morían
en el curso de la guerra, conducidos por las valkirias, diosas también
guerreras.
Desarrollo
histórico
Cuando
los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su presencia a los
pueblos radicados en la zona adyacente, provocaron un desbande general de todos
los pueblos situados entre los ríos Rhin y Danubio.
A partir
del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de
tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que
consideraban al Estado romano como una admirable organización política, en la
que pretendían obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando
numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se
comprometían a defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la
autoridad del emperador.
Pero en
el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos.
Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de
Europa oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las
invasiones germanos al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para
huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y
respetaron solamente la autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin
quererlo, al derrumbe de la organización imperial.
Los
invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y
formaron diversos reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en
el imperio fueron: los ostrogodos, los visigodos y los francos.
Como ya
dijimos, este movimiento de pueblos fue en parte debido a la irrupción de los
hunos en Europa oriental, pueblo nómada y muy poderoso que venia desplazándose
desde Asia central y presionaba a los demás para subyugarse o huir. La primera
gran migración se produjo en 376 cuando los visigodos solicitaron asilo en el
Imperio Romano de Oriente. El emperador oriental se los concedió a condición
que defendiera la frontera del Danubio.
Pero la
paz no duró, estalló una hambruna y los romanos se negaron a ayudar a los
visigodos, estos se rebelaron y comenzaron a saquear para obtener algo que
comer. El emperador envió un ejercito para aplastar la sublevación, pero los
visigodos derrotaron a los romanos en la batalla de Adrianópolis en 378, algo
insólito para la época. El emperador Valente murió en la batalla y el trono del
imperio unificado fue tomado por Teodosio.
Este
negoció con los visigodos y los aceptó como federados al imperio, asentándose
en los Balcanes. A la muerte de Teodosio en 395 el imperio se dividió entre sus
hijos Arcadio en el este y Honorio en el oeste. Esta situación fue aprovechada
por los visigodos que una vez más se sublevaron al mando de su rey Alarico, y
conquistaron Grecia.
El
emperador les dio el derecho a establecerse en Epiro con la esperanza de que la
cercanía con Italia desviara la atención de los visigodos a occidente.
Adicionalmente la ciudad de Constantinopla era considerada inexpugnable (los
visigodos ya habían fallado en tomarla) por lo que los pueblos germánicos
consideraron más factible dirigirse a occidente.
En 401
los visigodos se dirigieron a Italia y sitiaron Milán, la capital de occidente,
entonces el gobierno se trasladó a Ravena, ciudad costera rodeada de pantanos
más fácil de defender.
Estilicón
el máximo general romano de occidente logró derrotar a los visigodos, también a
los ostrogodos, pero para tener las tropas suficientes se debilitó la defensa
de las galias. Esto le abrió la puerta a las incursiones de vándalos, suevos y
alanos, que en 406 atravesaron el Rhin, saquearon las Galias, cruzaron los
Pirineos y se establecieron en la península Ibérica.
Estilicón
murió y esto alentó nuevamente a los visigodos a atacar y en 408 nuevamente
entraron en Italia, en 410 luego de aislar a Roma, lograron entrar en la ciudad
y saquearla, lo que provocó consternación en todo el mundo. Alarico se dirigió
luego al sur de Italia en un intento por pasar a África, pero murió y lo
sucedió Ataulfo quien invadió el sur de Galia y parte de la península Ibérica.
Los
romanos finalmente pactaron con los pueblos germánicos, quedando estos en
posesión de la península Ibérica y parte de las Galias a cambio de una tenue
sumisión al emperador en carácter de federados. Hubo un periodo de paz a
consecuencia de estos pactos pero a la muerte de Honorio se reanudaron las
luchas este vez por la sucesión. En 439 los vándalos cruzaron al África y
fundaron un reino independiente.
Desde
allí crearon una flota que asoló el mediterráneo, incursionando varias veces
contra Italia.
Mientras
todo esto pasaba los hunos fueron apoderándose del centro de Europa, mientras
absorbían a muchos de los pueblos que allí vivían integrándolos como federados.
Al principio las relaciones con Roma fueron buenas, los romanos pagaban un tributo
a cambio de la paz y ayuda militar para combatir a los germanos. Pero el nuevo
rey de los hunos, Atila, no estaba interesado en la paz y decidió invadir.
Con
objeto de proteger su flanco para una posterior invasión de Italia, primero
invadió la Galia, toma varias ciudades romanas, ante esto los romanos
reforzaron Orleans, con la esperanza de detener allí el ataque, pero Atila tomó
la ciudad. Ante esto, Aecio, máximo general romano, debió acudir a una alianza
con los visigodos y otros pueblos germánicos para poder enfrentar a los hunos.
La batalla definitiva tuvo lugar en la galia, en Campos Catalaunicos, en 451,
los hunos fueron derrotados, pero solo por un tiempo.
En
452 nuevamente incursionaron, pero esta vez
directamente en Italia, arrasando zonas del valle del Po, Aecio no contaba con
suficientes fuerzas para enfrentar a los hunos a campo abierto, por lo tanto su
acción fue la de demorar sus movimientos y hostigar a los hunos, que además
fueron victimas de una epidemia.
Finalmente
el papa los convenció de retirarse. En 453 Atila murió y la coalición formada
por él se disolvió y se desataron luchas entre los pueblos que conformaban la
misma. Los hunos desaparecieron como potencia y se asimilaron a otros pueblos.
En 455 los vándalos volvieron a la carga y lograron saquear Roma y otras zonas
de Italia. Lo que quedaba del Imperio romano de occidente siguió desangrándose
en una serie de luchas sucesorias hasta que en 476 el último emperador, Rómulo
Augústulo, fue depuesto por Odoacro al mando de los Herulos federados y se
proclamó rey de Italia.
El
Imperio romano de Oriente sobrevivió muchos años más pero en la parte
occidental se formaron numerosos reinos germánicos con los Vándalos en el norte
de África, Visigodos y Suevos en la península ibérica, los Francos en el norte
de la Galia (luego conquistando el sur que estaba en manos de los visigodos).
El reino burgundio abarcó las zonas del sureste de la Galia, y parte de las
regiones alpinas, cayendo luego ante los francos.
Italia
como mencionamos quedo en manos de Odoacro pero unos años después los
ostrogodos se la arrebataron con la ayuda de los bizantinos. La actual
Inglaterra fue abandonada por los romanos y luego fue ocupada por tribus
germánicas provenientes del norte de Alemania y Dinamarca, los anglos, los
sajones y los jutos. Muchos de estos reinos germánicos adoptaron
el cristianismo y mucho de la cultura romana también.
El
nacimiento de la civilización europea
Los
germanos o bárbaros eran grupos de tribus que se dedicaban a la caza, el
pastoreo y la agricultura, esta última basada en la propiedad comunal de la
tierra.
Eran
aficionados a la guerra y amantes de la libertad; sabían hilar la lana y hacer
telas para vestir; también usaban el algodón, el cual compraban a otros
pueblos. Comían carne, frutos silvestres, leche y cerveza. Su sólida
organización familiar reconocía como autoridad principal al padre.
El
köening, era el rey o jefe guerrero, autoridad máxima, cargo no hereditario,
sino elegido en la asamblea de guerreros, la cual ejercía funciones
legislativas.
Practicaban
una religión politeísta con divinidades que simbolizaban fuerzas de la
naturaleza y con las que se sentían vinculados, como el sol o la luna, pero su
dios más importante era Odín.
Sus
prácticas religiosas no requerían de una clase sacerdotal, ni de templos;
simplemente eran conducidas por el padre. Adjudicaban facultades adivinatorias
a algunos hombres y mujeres que eran consultados cuando se consideraba
necesario
Fueron
bautizados como bárbaros por los romanos, la palabra bárbaros quiere decir extranjeros: “el que no habla
latín”.
Consecuencias de la fusión de los pueblos bárbaros y romanos
Algunos
pueblos bárbaros se convirtieron al cristianismo, incluso un obispo godo
tradujo la Biblia al germano, para lo cual modificó el primitivo alfabeto de
los bárbaros y creó uno nuevo, el gótico.
El
antiguo Derecho Romano, unido a algunas leyes bárbaras, sirvió como punto de
apoyo a la legislación de los nuevos estados que se fueron conformando.
Les
permitieron establecerse en algunos territorios; otras veces los tomaban por la
fuerza, y así, poco a poco, el territorio del Imperio Romano de Occidente se
fragmentó en pequeños reinos independientes que conservaron parte de la
administración romana y posteriormente, en el transcurso de casi quince siglos,
dieron origen a territorios parecidos a los países europeos actuales.
Vocablos
germanos
En el
siglo V d. C. llegan los vándalos a la península Ibérica, un grupo germano que
se establece en Andalucía (en efecto, Andalucía significa «tierra de los
vándalos»). Los vándalos también invadieron Hungría, Alemania y
Francia.
Otros
grupos germanos que se establecieron en España fueron los alanes (Alans),
suevos (Swabians, en Galicia) y los visigodos («los godos prudentes»),
originalmente de Escandinavia. Los visigodos se establecieron en Cataluña
(palabra que significa «tierra de los godos») en el año 412. Introdujeron
leyes (leyes visigodas) y dieron al español unas trescientas palabras de sabor
marcial como ganar (gain), ganso(goose), bandera (flag), bando, botín (booty), brida (bridle), burgo (town), dardo (dart),esgrimir (fence), espiar, espuela (spur), estribo (stirrup), guerra, guía, hacha, barón, varón (male), blanco, falda, gris, guante, rico,ropa, sopa, toalla y orgullo (pride).
Algunos
nombres germanos son:
Adalberto
(de noble estirpe)
Alberto
(que brilla por su nobleza)
Álvaro
(atento)
Armando
(nombre guerrero)
Arturo
(oso noble)
Bárbara
(extranjera)
Bernardo
(audaz como un oso)
Berta
(distinguida)
Dagoberto
(brillante como el día)
Dante
(dios del trueno)
Edgardo
(el que se defiende con la lanza)
Edith
(dueña de casa)
Edmundo
(protector de la riqueza)
Elvira
(amable)
Enrique
(dueño de fincas)
Ernesto
(grave, honrado, serio)
Federico
(reino de paz)
Fernando
(bravo en la paz)
Francisco
(libre)
Frida
(paz)
Gerardo
(fuerte como la lanza)
Germán
(guerrero)
Gilbardo
(audaz)
Gilberto
(el que lleva la piel de cabra)
Godofredo
(la paz del Señor)
Gonzalo
(el genio de la guerra)
Guillermina
(protectora)
Gustavo
(bastón de mando)
Heriberto
(el del ejército distinguido)
Hilda
(heroína que lucha)
Hildeberto
(brillo en la batalla)
Ildefonso
(batallador)
Isabel
(la poderosa)
Leonardo
(león valeroso)
Leopoldo
(valiente entre el pueblo)
Luis
(variante de Ludovico, el guerrero famoso)
Matilde
(la que lucha con fuerza)
Medardo
(audaz en el poder)
Norberto
(resplandor del norte)
Odón
(enriquecido)
Óscar
(lanza de Dios)
Ramiro
(poderoso en la guerra)
Raymundo
(protector y consejero)
Ricardo
(el más fuerte)
Roberto
(el que tiene fama)
Rodrigo
(caudillo famoso)
Rogelio
(famoso por la lanza)
Rosendo
(su excelencia)
Fuentes
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