La propagación de la nueva
religión cristiana en el seno del Imperio Romano, expansión que se vio
propiciada por las carreteras que comunicaban todas las provincias del Imperio,
supuso una conmoción social, política e ideológica a gran escala.
El Cristianismo no es una
filosofía; el mensaje cristiano o buena nueva, que es lo que significa
Evangelio, no tenía como finalidad resolver los problemas planteados por la
filosofía, en torno a la verdad, al cosmos o a la felicidad humana; su
finalidad era enseñar el camino de la salvación partiendo de la fe o aceptación
de la verdad revelada. Sin embargo, ante los ojos de los griegos y romanos
paganos, las primitivas comunidades cristianas, se parecían más a las escuelas
filosóficas que buscaban la felicidad, que a lo que para ellos significaba la
religión.
Los cristianos hablaban de temas
filosóficos, aún siendo personas incultas, y este fenómeno produjo extrañeza en
unos, principalmente en científicos y filósofos, rechazo y persecución en
otros, primero los judíos y después los emperadores romanos que veían en los
cristianos una amenaza a su poder político ya que se negaron a dar culto al
emperador y aceptación de la nueva doctrina, llegando hasta el martirio, de
aquellos que se convertían.
Las principales afirmaciones de
carácter filosófico que impactaron a la filosofía grecorromana fueron:
La creación divina del mundo o
universo de la nada; la nada no tenía relevancia en el pensamiento científico,
y la eternidad de la materia era un supuesto básico.
La idea de providencia divina y
progreso social, el tiempo es un progreso lineal, una línea recta y no un
eterno retorno.
La afirmación de la libertad
humana y su responsabilidad moral, social y política.
La dignidad de la persona humana
como hijo de Dios, noción en parte diseñada en el cosmopolitismo de los
estoicos.
El problema del mal en el mundo.
Los primeros cristianos no eran
filósofos, sólo daban testimonio de su fe con el martirio, es decir dando
muestras de su conversión incluso hasta la muerte, como se observa en las Actas
de los mártires y en las crueles persecuciones a las que fueron sometidos.
San Pablo en su discurso en el
Areópago de Atenas afirmaba: “Para aceptar a Cristo, los judíos quieren
milagros, señales, los paganos filosofía, pero yo predico a Cristo y a Cristo
crucificado”, y también recomendaba a los cristianos que se apartaran de las
vanas filosofías, refiriéndose sobre todo a las corrientes materialistas.
No obstante, a partir del
siglo II, empiezan a convertirse al cristianismo personas cultas, que desean
dar testimonio de la fe con los mismos argumentos de la filosofía, y éste es el
surgimiento de la filosofía cristiana,la Apología o defensa de la fe. El
cristianismo sale de las catacumbas y los discursos tienen como meta la defensa
de la fe utilizando los mismos conceptos y argumentos filosóficos del
platonismo, neoplatonismo y estoicismo principalmente.
Al conjunto de pensadores
cristianos cuya reflexión se sitúa entre los siglos II y V, - época de San Agustín
- se les denomina Padres de la
Iglesia o filosofía patrística.
Se pueden dividir en dos grandes
grupos:
a) Los Padres apologistas, cuya
objetivo era precisamente la defensa de la fe (apología significa defensa), de
los ataques de la filosofía pagana, destacan entre ellos, Arístides, San
Justino, San Juan Crisóstomo (boca de oro) y Atenágoras. Dentro de los
apologistas, merecen especial mención, Lactancio y Tertuliano por su postura
contraria a la filosofía. La fe tiene aspectos contradictorios como el misterio
de la Trinidad que deben ser
aceptados sin reflexión, parece que fue suya la afirmación credo quia absurdum
(creo precisamente porque es absurdo). La obra más importante de Tertuliano es
el Apologético.
b) La escuela de Alejandría,
ciudad foco de la cultura antigua, donde se había desarrollado el pensamiento
judío con la eminente figura de Filón, y también la ciudad donde surgió con
fuerza la corriente neoplatónica, y brotó la herejía cristiana de los
gnósticos. En este hervidero de ciencia, mística y filosofía, nace una escuela
cristiana dedicada a la catequesis, es decir a la enseñanza de las verdades
cristianas a los paganos.
Los filósofos más importantes de
esta escuela son San Clemente con su obra Strómata (tapices) y su discípulo
Orígenes.
En ambos filósofos se encuentra
la idea principal de aceptar muchas aportaciones de la filosofía antigua para
explicar la fe; en general se aprovecha mucho de Platón y de los estoicos, poco
de Aristóteles y es rechazado el epicureismo por su materialismo.
Orígenes tuvo muchos seguidores
como: San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Basilio el grande, y
el Pseudo – Dionisio, llamado así por la creencia de que se trataba del mismo
Dionisio que había convertido San Pablo en su discurso en el Areópago.
La crítica posterior ha mostrado
que en realidad se trata de un filósofo neoplatónico. El pensamiento de
Orígenes fue muy apreciado en la filosofía escolástica medieval, especialmente
en Scoto Erígena del siglo IX.
Mundo cristiano occidental
1.- El "mundo cristiano
occidental" corresponde a aquella fracción del mundo que se encuentra
desde Europa central (desde Polonia) hasta América, y que es regido desde las
costumbres y el gobierno papal de Roma (Vaticano), a diferencia del mundo
cristiano oriental cuyo centro se encuentra en Grecia y Rusia actualmente,
quienes siguen las costumbres de los primeros cristiano, los dogmas antiguos.
2.- Los latinoamericanos somos
herederos de la cristiandad occidental porque fuimos conquistados y educados
por los españoles; es decir, por un país fuertemente católico y cristiano.
3.- Actualmente, en nuestro mundo
latinoamericano, perduran algunas tradiciones como la gran influencia social de
la Iglesia católica, los valores cristianos de la solidaridad, la justicia, el
amor por el prójimo, la educación religiosa cristiana, etc.
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