Restos arqueológicos indican que
algunos primitivos pueblos del Mediterráneo, estrechamente ligados a las
culturas del norte de África, habitaron las regiones
meridionales del mar Egeo hasta
bien entrado el periodo neolítico, antes del 4000 a. C.
Allí también se desarrollaron
algunas de las primeras comunidades agrícolas del mundo. Sin embargo, esta era
una tierra poco generosa y la afectaban condiciones de sequía un año y al otro
violentas y destructivas inundaciones. Para tener algún tipo de control sobre
el agua se necesitan diques, canales y una organización muy compleja. Enfrentar
estos desafíos significó obtener los logros más importantes en los inicios de
la civilización.
Grecia Antigua
Geográficamente, Grecia se
encuentra en la parte meridional de la península de los Balcanes. Situada en el
Oriente del Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hélade, formada por
la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las costas de la península de
Anatolia, en la actual Turquía, pudo fácilmente ocupar, gracias a su situación
admirable, el centro de la cultura y del comercio. Ninguna otra península
europea posee una configuración geográfica tan accidentada. Sus costas sinuosas
forman golfos y bahías, lo que facilita la navegación. Esta ventaja natural
permitió a los griegos alcanzar un desarrollo en la navegación y el comercio.
Grecia estuvo poblada
originalmente por los pelasgos,
un grupo humano relacionado con las antiguas poblaciones del Asia Menor y de
Creta, pertenecientes a la raza Mediterránea. Estos labraban la tierra y se les
atribuyó la fundación de las más antiguas poblaciones.
Al sur de la península de los
Balcanes se extiende la gran isla de Creta,
y fue allí donde se da comienzo a una civilización y una cultura que
inmortalizarían a la Grecia clásica. A principios del III milenio a. C., la
denominada civilización del
Egeo evolucionó hasta niveles
muy altos.
En efecto, hacia 2700 a.C. se
desarrolló en la isla de Creta una rica y floreciente cultura comercial perteneciente a
la Edad del Bronce. Esta cultura recibe el nombre de minoica o cretense.
Los cretenses fueron los primeros
en recorrer el Mediterráneo y llegaron a tener una flota poderosa, comerciaron
con otros pueblos ubicados en tierras de los actuales países de Italia y
España, produjeron vino, aceite, artículos de cerámica, etc. Que vendían al
extranjero; la intensidad de su comercio le hizo adquirir la hegemonía en todo
el Mediterráneo Oriental. Esta hegemonía fue marítima, por esto se llama talasocracia (gobierno de mar).
Restos del palacio de
Cnosos, en Creta, residencia del rey Minos.
Este poderío marítimo se extendió
desde Roda y Chipre hasta los puertos fenicios de
Biblos y Gadir hacia el 2000 antes de Cristo.
Los habitantes de la isla de
Creta copiaron de los fenicios su escritura lineal, imitaron de los
arquitectos babilonicos la construcción de sus palacios de Cnosos, Festos,
Mallia, Faistos y Hagia Triada. Estas ciudades fueron erigidas durante la
ultima época de Creta también denominada el apogeo de la civilización de Creta.
En esta civilización la mujer jugó un papel muy importante pues adoraban a una
diosa madre, a un dios de la luz y parece que también veneraban a sus reyes.
Llegan los Aqueos
A finales del III milenio antes
de Cristo comenzaron una serie de invasiones de tribus del norte que hablaban
una lengua indoeuropea. Existen pruebas de que estos pueblos del norte vivieron
en la cuenca del río Danubio, al sudeste de Europa. De los primeros pueblos
invasores, los más destacados, los aqueos,
se habían visto con toda probabilidad obligados a emigrar presionados a su vez
por otros invasores. Los aqueos invadieron el sur de Grecia y se establecieron
en el Peloponeso. Este
pueblo llegó a dominar a los cretenses y su ciudad más importantes fue Micenas, de ahí el nombre de cultura micénica.
Según algunos especialistas, un
segundo pueblo, los jonios,
se asentó principalmente en Ática, la zona central del este de Grecia y en las
islas Cícladas, donde asimilaron la cultura de los pueblos heládicos. Los eolios, un tercer pueblo de
características poco definidas, se asentaron en principio en Tesalia.
Con la llegada de estos nuevos
pueblos de origen indoeuropeo, se formó la nación griega del periodo clásico, y
surgieron los nombres de helenos y griegos.
La llegada de los Dorios
(1200 a 750 a. C.)
Hacia el año 1200 a. C., otro
pueblo de origen griego, los dorios,
que utilizaban armas de hierro,
se apoderaron de Grecia derrotando a los micenios. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas.
Los dorios atacaron y destruyeron
las ciudades micénicas y las armas de bronce fueron reemplazadas por las de hierro. La sociedad micénica de rígida
organización fue totalmente desintegrada por los asaltos de los dorios.
La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, fue, probablemente, uno
de los conflictos bélicos que tuvieron relación con esta invasión.
La guerra de Troya comenzó
alrededor del 1200 antes de Cristo y probablemente fue uno de los
conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los siglos XIII y XII a. C. cuando
la civilización micénica estaba en su apogeo. Puede que tuviera relación con la
última y más importante invasión del norte, que ocurrió en aquel tiempo e
introdujo la edad del hierro en Grecia.
La guerra de Troya fue generada
por los pueblos de Asia quienes cometieron actos de piratería, entonces los
griegos formaron una coalición para tomar venganza.
Antecedentes de la guerra
de Troya
París, hijo de Príamo rey de
Troya, robó a Elena, mujer de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón,
rey de Micenas. Agamenón, para vengar el ultraje hecho a su hermano, convoca a
los príncipes griegos y fue elegido jefe de una flota confederada, que destruyó
a Troya al cabo de diez años de sitio.
Volviendo a los dorios, no
contentos con saquear las ciudades micénicas, éstos presionaron en dirección
sur y conquistaron la llanura de Laconia. Desde el continente griego se
embarcaron por el Mediterráneo hasta Creta y la subyugaron por completo. Y
desde Creta una pequeña travesía los llevó a Rodas e islas adyacentes.
Con los dorios empezó un período
de retroceso cultural que se conoce con el nombre de Edad oscura.
La Civilización Jónica
Los derrotados aqueos se
convirtieron en emigrantes y muchos de ellos siguieron las rutas descubiertas
en los siglos anteriores por sus antepasados, desarrollándose en Jonia la muy
importante civilización jónica.
Algunos otros resistieron
duramente a los dorios y, tras ser sometidos, fueron reducidos a servidumbre y
denominados ilotas.
Homero fue la culminación del
nuevo espíritu que floreció en Jonia: Las estatuillas de barro y de bronce
comenzaron a aludir al cuerpo en movimiento: los ropajes aún aparecían
estilizados, pero bajo ellos había un cuerpo. Los templos se adornaron con
esculturas de madera, y a medida que los marineros y los comerciantes griegos
se aventuraron más lejos, trajeron a casa joyas y adornos de oro y marfil
aliado, para sí y para obsequiar a sus esposas, madres y hermanas.
Época arcaica
Después de la conquista de los
dorios, la vida en toda Grecia descendió a un nivel muy primitivo, y así se
mantuvo durante varios cientos de años. Sin embargo, desde el siglo VIII y
hasta el siglo VI a.C., período que se conoce como época arcaica,
Grecia desarrolló y culminó una gran recuperación política, económica y
cultural.
Tal recuperación fue posible
gracias a la organización en ciudades-estado (polis) y a la fundación de colonias en las costas de Asia Menor y del mar
Negro, en Sicilia, en el sur de Italia, en el sur de Francia y en el Levante
español.(Ver: La Colonización griega).
Una vez finalizadas las grandes
migraciones al Egeo, los griegos desarrollaron ua orgullosa conciencia racial.
Se llamaban a sí mismos helenos,
nombre derivado, según Homero, de una pequeña tribu del sur de Tesalia. El
término griegos, empleado por posteriores pueblos extranjeros, provenía
nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña tribu helénica del Epiro
con la que los romanos tuvieron contactos. Al margen de la mitología, que era
la base de una compleja religión, los helenos desarrollaron una genealogía que
remontaba sus orígenes a héroes con carácter semidivino.
A pesar de que los pequeños
estados helénicos mantenían su autonomía, seguían un desarrollo similar en su
evolución política. En el periodo pre-helénico los jefes de las tribus invasoras
se proclamaron monarcas de los territorios conquistados.
Entre el 800 y el 650 a. C.
estas monarquías se fueron sustituyendo por oligarquías de aristócratas, ya que
las familias nobles compraban las tierras y éstas eran la base de todo su poder
y riqueza. Cerca del año 650 a. C., muchas de estas oligarquías helénicas
fueron sustituidas por plebeyos enriquecidos o aristócratas desafectos,
llamados tiranos. La
aparición de las tiranías se debió sobre todo a un factor económico.
El descontento popular surgido
frente a las aristocracias se había convertido en un importante factor político
a causa del aumento de la esclavitud de los campesinos sin tierras; la
colonización y comercio en los siglos VIII y VII a. .C. aceleró el desarrollo
de una próspera clase de comerciantes, que supieron aprovecharse del gran
descontento para reclamar el reparto del poder con los aristócratas de las
ciudades-estado.
Las ciudades-estado
Las ciudades-estados surgieron de
la fusión entre la población indígena y los invasores y abarcaban pequeñas
comarcas con una ciudad como centro, la Polis. En general, todos ellas pasaron
por etapas parecidas en cuanto a la evolución de su forma de gobierno. Al
comienzo de esta época eran monarquías, a las que sucedió un gobierno
aristocrático que en buen parte de ellos derivó hacia la democracia.
Grecia estaba formada incialmente
por una serie de ciudades estado independientes, gobernadas por oligarquías
aristocráticas, el aislamiento geográfico impuesto por el territorio que
ocupaban y la necesidad de agruparse para defenderse de las invasiones
explicaba la formación por los griegos de estas ciudades estado. Aunque eran
independientes, a menudo se unían en una liga dentro de la cual la más
importante acababa por imponerse.
Las dos polis más importantes
fueron Atenas y Esparta. Esparta
cuidó por encima de todo su poderío militar descuidando el arte y las
actividades económicas, redujeron a los vencidos a la esclavitud (ilotas). La
población se componía de Dorios, Periecos e Ilotas; los primeros conservaron
supremacía mediante las armas. (Ver: La ciudad-estado griega)
Esparta contó con dos reyes de
poder ilimitado y veintiocho ancianos guiados por cinco Eforos, que formaban el
senado, el cual monopolizaba todo el poder volviéndose verdaderos amos del
estado.
La guerra era el único móvil de
la educación, Esparta quiso imponer su fuerza desde un principio, Mesenia le
resistió heroicamente, pero fue vencida, después organizó una liga en
Peloponeso, de la cual fue jefe.
Los ciudadanos espartanos gozaban
de enormes privilegios sobre los indígenas sometidos (ilotas y periecos).
Estaban gobernados por reyes de familias diferentes, que se transmitían el
cargo por herencia, la monarquía se mantuvo en Esparta hasta la total
decadencia de la polis.
Atenas la capital del Atica
careciendo de militarismo se convirtió en el motor del mundo Griego. Desarrolló
el modelo más perfeccionado democracia limitada y puso las bases de la sociedad
Occidental. Sus habitantes proclamaron la independencia, la libertad y la
igualdad.
El gobierno comprendió: los
Arcontes, el Areópago y el consejo de los cuatrocientos, dividió el pueblo en
cuatro clases según su fortuna. Las leyes de Solón suavizaron las costumbres y
aseguraron la libertad.
En los primeros siglos del primer
milenio, Atenas tuvo un papel secundario con una economía basada en la
agricultura y el pastoreo. A partir del siglo VI el desarrollo del comercio
hizo posible su futura importancia. Cuando Atenas inició su decadencia, Esparta
no pudo sustituirla.
Junto a estas dos grandes
ciudades destacaron también Samos, Mileto, Delos, Argos Epiduro, Corinto,
Egina, Calcis, Eritrea yTebas.
El gobierno de los mejores
Los reyes perdieron el poder a
favor de la aristocracia que eran los más capacitados para dirigir, poseían
tierras y podían adquirir las armas imprescindibles para defender la ciudad.
Los que ostentaban el poder se llamaban Arcontes;
al principio el cargo era vitalicio, hasta que en el siglo VIII a. C. su
gobierno se limitó a una década. Antiguos Arcontes de conducta irreprochable
formaban elAreópago, un tribunal que juzgaba causas civiles y militares;
las otras dos instituciones eran la Bulé, de carácter legislativo formada por
400 ciudadanos elegidos anualmente, y la ecclesia constituida por todos los ciudadanos
y que votaba las leyes presentadas por la Bulé.
A finales del siglo sexto se
promulgó la primera legislación de la ciudad de Atenas, el código de Dracón. Solón realizó
una serie de reformas que podían considerarse como un intento de organizar una
democracia, suprimió la esclavitud por deudas y terminó la lucha entre los
grandes propietarios y la burguesía. Estas reformas no fueron duraderas.
Atenas, al igual que otras muchas
ciudades griegas, vivió bajo el gobierno de un tirano que por el empuje de las
clases populares facilitó su ascensión al gobierno; paradójicamente éstos
abrieron el paso hacia la democracia, el tirano más importante fue Pisístrato
(560-527 a. C.) quien hizo posible el poderío posterior de esta Democracia
ateniense
La reforma de Clistenes (510) fue un paso decisivo para la
democratización, distribuyó los demos del Atica en diez tribus eliminando la
división anterior entre el campo, la costa y la montaña; creo el consejo de los
500 que proponían las leyes y era la suprema autoridad administrativa, la
democracia griega llego a su máxima expresión con Pericles (443-430)
Pero la democracia griega era
restringida. De los 400.000 habitantes que tenia Atenas en el siglo V a. C.
solo la décima parte gozaba de los derechos civiles y políticos, los organismos
de la democracia ateniense era la ecclesia y el Bulé,
Pericles logró que las decisiones políticas y las concesiones de derechos
pasaran por estas instituciones y por el tribunal popular de los heliastas. Por
primera vez los miembros de estos dos tribunales cobraron dietas, que eran
pagadas con los tributos federales; la evolución democrática concluyó con la
admisión de los miembros de la tercera clase, los zeugitas entre los Arcontes.
La responsabilidad política había pasado de la aristocracia a los ciudadanos.
Las tiranías
La era de los tiranos griegos
(650-500 a. C.) destaca por los avances logrados en la civilización
helénica. El título de tirano implicaba el acceso ilegal al poder, no el abuso
del mismo. En general, tiranos como Periandro de Corinto, Gelón de Siracusa y
Polícrates de Samos (reinó entre 535 a. C.-522 a. C.) fueron
gobernantes sabios y populares.
El comercio y la artesanía
prosperaron. Con el nacimiento de la fuerza política y económica llegó el
florecimiento de la cultura helénica, de un modo especial en Jonia, donde
empezaba a surgir la filosofía griega con Tales de Mileto, Anaximandro yAnaxímenes.
El desarrollo de objetivos
culturales comunes a todas las ciudades helénicas fue uno de los factores que
dieron cierta cohesión a la antigua Grecia a pesar de la división política
existente. En este sentido contribuyó la lengua griega, cuyos muchos dialectos
se entendían en cualquier parte del país o en cualquier colonia.
El tercer aspecto a tener en
cuenta fue la religión griega, que todos los helenos compartían: el santuario
de Delfos fue el mayor y más respetado. En torno a la religión, los griegos
también tenían cuatro festivales nacionales, llamados juegos (los olímpicos,
los ístmicos, los pitios y nemeos).
Los Juegos Olímpicos eran tan
importantes que muchos griegos remontan sus cálculos históricos a la Primera
Olimpiada (el periodo de cuatro años entre la celebración de los Juegos
Olímpicos) celebrada en el año 776 a. C. Relacionada con la religión, en
origen al menos, estaba la Liga de Anfictionía, organización de tribus helenas
que se creó para la protección y administración de los santuarios.
De la monarquía a la
democracia
Las ciudades-estado se unificaron
en cierta medida. Entre los siglos VIII y VI a. C., Atenas y Esparta se habían
convertido en las dos ciudades hegemónicas de Grecia. Cada uno de estos grandes
estados absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación dirigida
bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su
poder a base de conquistas y gobernó sus estados súbditos con un control muy
estricto.
La unificación del Ática, por el
contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de
Atenas; se otorgó la ciudadanía ateniense a los habitantes de las pequeñas
ciudades. Los nobles, o eupátridas, abolieron en el 638 a. C. la monarquía
hereditaria y gobernaron Atenas hasta mediados del siglo VI a. C.
Los eupátridas retuvieron
autoridad plena gracias a su poder supremo para disponer de la justicia, a
menudo de forma arbitraria. En el 621 a. C. el político Dracón (finales
del siglo VII a. C.) codificó la ley ateniense, por la que el poder judicial de
los nobles quedaba limitado. Un segundo revés para el poder hereditario de los
eupátridas fue el código del político y legislador ateniense Solón de
594 a. C., que no era sino una reforma del código draconiano y que
otorgaba la ciudadanía a las clases bajas. Durante el brillante y prudente
mando del tirano Pisístrato, las formas de gobierno empezaron a adoptar
elementos democráticos.
Hipias e Hiparco, hijos de
Pisístrato, heredaron el poder de su padre pero fueron más déspotas. Hipias,
que murió después que su hermano, fue expulsado por una insurrección popular en
el 510 a. C. Durante el consiguiente conflicto político, los partidarios
de la democracia obtuvieron, bajo el mando del político Clístenes de Sición, la
victoria total y, alrededor del 502 a. C., comenzaba una nueva etapa
política, basada en principios democráticos.
El comienzo del gobierno
democrático supuso el más brillante periodo de la historia de Atenas.
Florecieron el comercio y la agricultura. Más aún, el centro de las artes y la
cultura intelectual, que entonces estaba en las ciudades de la costa de Asia
Menor, pronto se trasladó a Atenas.
Las Guerras Médicas
Creso, rey de Lidia, conquistó
las colonias griegas de Asia Menor en el 560 a. C., en la primera parte de
su reinado (560 a. C.- 546 a. C.). Creso fue un gobernador moderado,
respetuoso con los helenos y aliado de Esparta; el gobierno lidio estimuló la
vida económica, política e intelectual de las colonias. En el 546 a. C.,
Creso fue expulsado del trono por Ciro II el Grande, rey de Persia. A excepción
de la isla de Samos, que se defendió con tenacidad, las ciudades griegas de
Asia y las islas costeras pasaron a formar parte del Imperio persa.
En el 499 a. C., Jonia,
ayudada por Atenas y Eretria, se volvió contra Persia. Los rebeldes tuvieron
éxito, en principio, y el rey Darío I el Grande, de Persia, juró vengarse.
Sofocó la revuelta en el 493 a. C. y, tras saquear Mileto, restableció su
control absoluto sobre Jonia. Un año después, Mardonio, yerno del rey, condujo
una gran flota persa para conquistar Grecia, pero casi todas sus naves fueron
hundidas en el cabo de Athos. Al mismo tiempo, Darío envió emisarios a Grecia
para pedir muestras de sumisión a todas las ciudades-estado.
Aunque la mayoría de los pequeños
reinos consintieron, Esparta y Atenas se negaron y mataron a los emisarios
persas en señal de desafío. Darío, encolerizado por tal ofensa, así como por la
pérdida de su flota, preparó una segunda expedición que partió en el
490 a. C. Después de destruir Eretria, el ejército persa avanzó hacia la
llanura de Maratón, cerca
de Atenas.
Los dirigentes atenienses
pidieron ayuda a Esparta, pero el mensaje llegó durante la celebración de un
festival religioso que prohibía a los espartanos abandonar la ciudad. Sin
embargo, el ejército ateniense, bajo el mando de Milcíades el Joven, obtuvo una
increíble victoria sobre una fuerza persa tres veces mayor que la suya.
Inmediatamente Darío dispuso una
tercera expedición; su hijo, Jerjes I, quien le sucedió en el 486 a. C.,
reunió uno de los mayores ejércitos de toda la época antigua. En el 481 a.
C., los persas cruzaron sobre un puente de naves el estrecho del Helesponto en en dirección al sur. La primera
batalla tuvo lugar en el paso de lasTermópilas, en el 480 a. C.,
donde el rey espartano Leónidas I
y varios miles de soldados defendieron heroicamente el estrecho paso. Un
traidor griego condujo a los persas a otro paso que permitía a los invasores
acceder al primero por la retaguardia espartana.
Leónidas permitió a la mayoría de
sus hombres retirarse, pero él y una fuerza de 300 espartanos y 700 téspidas
resistieron hasta el final y fueron aniquilados. Los persas marcharon entonces
sobre Atenas e incendiaron la ciudad abandonada. Mientras, la flota persa
persiguió a la griega hasta Salamina,
isla situada en el golfo de Egina (hoy, golfo Sarónico), cerca de Atenas.
En la contienda naval que siguió,
menos de 400 barcos griegos, al mando del político y general ateniense Temístocles, derrotaron a 1.200
embarcaciones persas. Jerjes I, que había presenciado la batalla desde su trono
de oro en una colina sobre el puerto de Salamina, huyó a Asia. Al año
siguiente, 479 a. C., el resto de las fuerzas persas fueron destruidas en Platea y los invasores fueron expulsados
definitivamente.
Hegemonía de Atenas
Como resultado de su brillante
liderazgo durante las guerras médicas, Atenas se convirtió en el estado más
influyente de Grecia. Más aún, las guerras demostraron la creciente importancia
de su poder naval, especialmente tras la batalla de Salamina. Esparta, hasta
entonces el mayor poder militar de Grecia, perdió su prestigio en favor de la
flota ateniense. En el 478 a. C., un gran número de estados griegos
formaron una alianza voluntaria, la Liga de Delos, para expulsar a los persas
de las ciudades griegas de Asia Menor.
Atenas encabezó la alianza. Las
victorias de la Liga, al mando del general Cimón, liberaron las costas de Asia
Menor del dominio persa. No obstante, Atenas extendió su poder sobre otros
miembros de la Liga de tal manera que, más que en sus aliados, se convirtieron
en sus súbditos. Los atenienses exigieron un tributo a sus antiguos
confederados y cuando Naxos intentó retirarse de la Liga, las fuerzas
atenienses arrasaron la ciudad.
El periodo de hegemonía ateniense
durante el siglo V a. C. es denominado como la ‘Edad de Oro de Atenas’. Bajo el
mando de Pericles, la ciudad alcanzó su máximo esplendor. La Constitución,
reformada hacia una democracia interna, contenía cláusulas tales como el pago
por los servicios del jurado, lo que permitía a los ciudadanos más pobres ser
parte de tal institución. Pericles se propuso hacer de Atenas la ciudad
más bella del mundo.
Se construyeron el Partenón, el Erecteion y otros
grandes edificios. El teatro
griego alcanzó su máxima
expresión con las obras trágicas de hombres como Esquilo, Sófocles y Eurípides,
y el autor de comedias Aristófanes. Tucídides y Heródoto fueron famosos historiadores, y el
filósofo Sócrates fue otra figura de la Atenas de
Pericles quien hizo de la ciudad un centro artístico y cultural sin rival.
La edad de oro de Grecia
Grecia, pese a sus continuas
guerras, fue la cuna de una extraordinaria cultura. Los escultores griegos
Fidias y Praxiteles nunca fueron superados. El que sube a la Acrópolis, ciudad
alta, descubre la armonía perfecta de las líneas puras en la esbeltez de las
columnas que, a pesar de estar semiderruidas, aun ofrecen un espectáculo de
maravilla
Las letras y las artes brillaron durante
el siglo de Pericles, Esquilo primer gran poeta dramático de Atenas, dio a
conocer sus ultimas producciones en el preciso instante en que Pericles
empezaba a imponerce; se destacaron también Sófocles, Aristófanes, Herodoto
(padre de la historia).
Hipócritas fundó la ciencia
medica basada en principios que aun hoy permanecen en vigor.
Guerra del Peloponeso
A pesar de la excelente situación
interna de la ciudad, la política exterior de Atenas no era buena. Surgieron
fricciones entre los descontentos miembros de la Liga de Delos, supervisada por
Atenas; Esparta además envidiaba tal esplendor. Desde el 550 a. C. se
había fundado otra liga entre las ciudades del Peloponeso dominada por Esparta.
Esta Liga del Peloponeso empezó a oponerse a Atenas activamente. En el
431 a. C., se produjo el enfrentamiento entre Atenas y Esparta con motivo
de la ayuda ateniense a Corcyra (hoy Corfú) durante la disputa que ésta
mantenía con Corinto, aliado de Esparta.
La Guerra del Peloponeso,
sostenida entre las dos grandes confederaciones, duró hasta el 404 a. C. y
concluyó con el establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Al
final de la guerra, Esparta promovió la oligarquía llamada de los Treinta
Tiranos para gobernar Atenas. Se crearon similares cuerpos regentes en las
ciudades e islas de Asia Menor.
Pronto el dominio espartano se
mostró más duro y opresivo que el de Atenas. En el 403 a. C., los
atenienses, bajo Trasíbulo, se sublevaron y expulsaron a la guarnición
espartana que había apoyado a los oligarcas, y restauraron la democracia y la
independencia. Otras ciudades griegas también se rebelaron contra la hegemonía
espartana.
Predominio de Esparta y
Tebas
Esparta: logrado el triunfo,
Lisandro apareció como todo poderoso y estableció por doquier gobiernos aristocráticos
iguales a los de Esparta. Entregó el poder en Atenas a los treinta tiranos. Los
proyectos revolucionarios internos causaron la ruina de Lisandro que fue
destituido por los Éforos y luego los treinta tiranos no tardaron en volverse
odiosos por sus crueldades y proscripciones. Trasíbulo desterrado ateniense
recuperó la ciudad y restableció la democracia.
Tebas: Esparta
no disfrutó mucho de su predominio; Tebas, ciudad que hasta entonces
desempeñaba un papel secundario en Grecia, se levantó contra Esparta.
Dos hombres de talento, Pelópidas
y Epaminondas, se encargaron de esta lucha desigual y le dieron a su patria un
momento de inmortal grandeza. En el año 371 Esparta fue vencida en Leuctra y
mientras Pelópidas invadía tres veces consecutivas el Peloponeso, Epaminondas
hacia sentir su potencia en Tesalia y Macedonia.
Pelópidas fue muerto el 364 y
Epaminondas, que había invadido por cuarta ves el Peloponeso logrando otra
resonante victoria en Mantinea, encontró también la muerte en el escenario del
triunfo. Con la desaparición de estos ilustres jefes, Tebas perdió su grandeza.
Luego sobrevino una especie de acuerdo entre Esparta, Tebas y Atenas que les
permitió disfrutar de la paz.
Nuevas alianzas
Los estados griegos empezaron a
buscar por separado la ayuda de su tradicional enemigo, Persia. En el
399 a. C., los ejércitos persas saquearon la costa de Asia Menor,
provocando que Esparta enviara un ejército. Aunque éste tuvo cierto éxito, se
vio obligado a regresar en el 395 a. C. para hacer frente a la coalición
de Argos, Atenas, Corinto y Tebas.
El conflicto que siguió, las
Guerras Corintias, continuó por medio de pequeñas contiendas y escaramuzas
hasta el 387 a. C., cuando Esparta, aliada de Persia, impuso la Paz de
Antálcidas sobre sus discrepantes estados súbditos. Según las condiciones del
asentamiento persa-lacedemonio, se cedía toda la costa oeste de Asia Menor a
Persia y se otorgaba la autonomía a las ciudades-estado de Grecia. A pesar del
acuerdo, Esparta invadió Tebas en el 382 a. C. y tomó la ciudad de Olinto,
al norte.
Supremacía de Macedonia
Durante este periodo de luchas
por la hegemonía en Grecia, Macedonia, al norte de Tesalia, comenzaba su
política de expansión. Filipo II, rey de Macedonia en el 359 a. C., gran
admirador de la civilización griega, estaba consciente de su gran debilidad y
la falta de unidad política macedonia.
Inmediatamente después de subir
al trono, Filipo anexionó las colonias del sur de Grecia, en la costa de
Macedonia y Tracia, y se propuso convertirse en el dueño de la península. Su
astucia en las artes políticas y el apoyo de las fuerzas macedonias
contribuyeron al logro de sus ambiciones, a pesar de la oposición de muchos
políticos griegos, liderados por el ateniense Demóstenes.
En el 338 a. C. Filipo
derrota al ejército griego en Queronea era lo suficientemente poderoso como
para convocar un congreso de todos los estados griegos, en el que reconocieron
la superioridad de Macedonia en la península y nombraron a Filipo comandante en
jefe de las fuerzas griegas. Un año después, un segundo congreso declaraba la
guerra a Persia, su enemigo tradicional. Filipo empezó a preparar la campaña en
Asia, pero fue asesinado en el 336 a. C. Su hijo, Alejandro III, el Magno,
de veinte años, se convirtió en su sucesor.
Alejandro III, el Magno
(356-323 a. C.), rey de Macedonia (336-323 a. C.), conquistador del
Imperio persa, y uno de los líderes militares más importantes del mundo
antiguo.
Su nacimiento coincidió con
extraños sucesos. Ese día mientras Eróstrato, un loco, incendiaba uno de los
más celebres santuarios, una de las maravillas del mundo, el templo de Diana en
Efeso, Filipo II recibía la noticia de tres victorias en los juegos olímpicos.
El legado de Alejandro
Alejandro fue uno de los mayores
conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la
velocidad con la que cruzó grandes extensiones de terreno. Aunque fue valiente
y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo
requería, aunque cometió algunos actos de los que luego se arrepintió, caso del
asesinato de su amigo Clito en un momento de embriaguez.
Como político y dirigente tuvo
planes grandiosos; según muchos historiadores abrigó el proyecto de unificar
Oriente y Occidente en un imperio mundial, una nueva e ilustrada hermandad
mundial de todos los hombres. Hizo que unos 30.000 jóvenes persas fueran
educados en el habla griega y en tácticas militares macedónicas y les alistó en
su Ejército. Él mismo adoptó costumbres persas y se casó con mujeres
orientales: con Estatira (o Stateira; que murió hacia el 323 a. C.), la
hija mayor de Darío III, y con Roxana (que murió hacia el 311 a. C.), hija
del sátrapa de Bactriana Oxiartes; además animó y sobornó a sus oficiales para
que tomaran esposas persas. Poco después murió.
Alejandro ordenó que las ciudades
griegas le adoraran como a un dios. Aunque probablemente dio la orden por
razones políticas, según su propia opinión y la de sus contemporáneos, se le
consideraba de origen divino. Tras su muerte, la orden fue en gran parte
anulada.
Para unificar sus conquistas,
Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se llamaron
Alejandría en honor a su persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien
pavimentadas y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero
sujetas a los edictos del rey.
Los veteranos griegos de su
Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos se
instalaron en ellas y se introdujo la cultura y la lengua griega. Así,
Alejandro extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y
preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la posterior
expansión de Roma.
Periodo helenístico
Cuando Alejandro murió, los
generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio. Los
desacuerdos surgidos por esta división provocaron una serie de guerras entre
los años 322 a. C. y 275 a. C., muchas de las cuales tuvieron lugar
en Grecia. Por ello, una de las características de este periodo que abarca
desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de Grecia en provincia romana
en el 146 a. C., fue el deterioro como entidades políticas de las
ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la independencia
política en conjunto.
No obstante, el periodo
helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como fuente de cultura y,
como resultado de las conquistas de Alejandro, se adoptó su estilo de vida en
todo el mundo antiguo.
Los diádocos
De los reinos establecidos por
los generales de Alejandro, llamados ‘diádocos’ (en griego, diadochos, ‘sucesor’), los más importantes eran
los de Siria, bajo la dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica. La
capital del Egipto tolemaico, Alejandría, fundada por Alejandro en el
332 a. C., se convirtió en foco de rivalidades culturales, a veces
superando la importancia de Atenas en ese campo.
Cada rincón del mundo heleno se
dedicó al cultivo de las artes y las actividades intelectuales. Algunos sabios,
como los matemáticos Euclides y Arquímedes, los filósofos Epicuro y Zenón de
Citio y los poetas Apolonio de Rodas Teócrito, pertenecen a esta época.
En el 290 a. C., las
ciudades-estado de Grecia central se unieron en la Liga Etolia, una poderosa
confederación militar que había sido inicialmente organizada bajo el reinado de
Filipo II por las ciudades de Etolia para su mutua protección. Una segunda
organización de similares características, la Liga Aquea, se convirtió en el
280 a. C. en la confederación suprema de las ciudades al norte del Peloponeso.
Más tarde se unieron otras
ciudades. Sendas alianzas estaban destinadas a proteger al resto de los estados
griegos del dominio del reino de Macedonia. La Liga Aquea se hizo mucho más
poderosa que su rival e intentó conseguir el control de toda Grecia. Encabezada
por el general y político Arato de Sición, inició un conflicto con Esparta que
no se había aliado con ninguna de las dos. La Liga fue inicialmente vencida,
pero, contradiciendo su primera intención, pidió ayuda militar a Macedonia; la
Liga consiguió vencer entonces a Esparta, pero a costa de caer bajo el dominio
de Macedonia.
Dominación romana
En el 215 a. C. Roma empezó
a interferir en los asuntos de Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con
Cartago contra Roma, pero los romanos, con el apoyo de la Liga Etolia,
vencieron a las fuerzas macedonias en el 206 a. C., y consiguieron
importantes posiciones en Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó
nuevamente a Filipo V en el 197 a. C. en la batalla de Cinoscéfalos, y
Macedonia, totalmente sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la
independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo cambiaron
un dominador por otro.
En un último intento desesperado
por liberarse, los miembros de la Liga Aquea resistieron a las demandas de Roma
en el 149 a. C. Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de
Corinto a manos de las legiones romanas en el 146 a. C. Las Ligas Etolia y
Aquea fueron disueltas y Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que
creó la provincia romana de Macedonia, cuyo procónsul extendía su autoridad al
resto de Grecia. Sólo Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación,
convirtiéndose en ciudades federadas.
Grecia romana
Durante los sesenta años
posteriores al 146 a. C., Roma administró Grecia. En el 88 a. C.,
cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, empezó su campaña para
conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que
muchas ciudades griegas apoyaban a un monarca asiático que les había prometido
ayudarles a recuperar su independencia.
Las legiones romanas, bajo el
mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la
rebelión saqueando Atenas, en el 86 a. C., y Tebas un año después. Roma
castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo
griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco
intelectual y de la filosofía, pero su comercio prácticamente desapareció. En
el 22 a. C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de
Macedonia e hizo de la primera la provincia de Aquea.
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